No sé si muchos sepan,
pero mi Hijo Carlos Alberto Jr., está estudiando Cine y de más está decirles
que se siente plenamente realizado porque pudo estudiar lo que verdaderamente
le gusta desde niño. Bueno el caso es que ayer me dice:
—Oye papá, quiero que
me ayudes para un trabajo que tengo hacer en la Universidad—me dice.
—Claro que sí, ¿De qué
se trata?—le pregunto.
—Es que tengo que hacer
un cortometraje y necesito una historia. Yo sé que no es el género que te gusta
escribir, pero la historia tiene que ser de ciencia ficción con una mezcla de
terror y que la mayoría de sus personajes sean Zombis.
La verdad que me la
había puesto en chino. En mi vida he podido ver un capítulo de “The Walking
Dead” ni de “Games of Thrones”. Y no es porque piense que ninguna de esas
series no sirven. No, mi problema va con el género. No me gusta ni la ciencia
ficción ni nada que tenga que ver con zombies, o historia de terror como las
muy taquilleras del día de Halloween. Pero ustedes comprenderán que no podía
decirle que no.
—A ver, déjame ganar en
claridad. ¿Quieres un protagonista que sea un asesino desmedido?
—Sí—me responde.
—¿Quieres que la trama
principal sea de ciencia ficción? ¿Algo que parezca increíble, totalmente utópico?
—Sí—me vuelve a
responder.
—¿Y que todos los
personajes de la historia se comporten como Zombi?
—Es correcto.
—Ya la tengo—le dije, y
empecé a contarle una historia…
Érase
una vez, en la más grande de las islas del Caribe, llegó un señor al poder tras
haber derrocado a un gobierno militar que estaba vendiendo al país a gran parte
de la mafia italiana que radicaba por aquel entonces en Estados Unidos. Estos
hombres querían convertir a La Habana en un gran casino y hacer de la ciudad
una réplica de lo que es hoy Las Vegas. Llena de luces, de glamour, de juegos,
de vicios, de dinero por todas partes.
Pero
ese señor, quien durante su juventud había leído muchas historias de hombres
que solo querían el “Bien” para sus pueblos. Hombres como Pepito Stalin quien participó en la Revolución de Octubre (1917) y
fue nombrado Comisario del Pueblo de Asuntos Nacionales. Más tarde en 1924 tomó
el control total del Partido Comunista y expulsó a sus principales rivales,
entre ellos León Trotski. Desde 1928 aplicó los "planes quinquenales" para industrializar la Unión Soviética.
Logró grandes avances, pero a costa del sacrificio de millones de trabajadores.
Durante la Segunda Guerra Mundial lideró el triunfo soviético sobre los
alemanes y en mayo de 1945 sus tropas tomaron Berlín. Durante la Posguerra
mantuvo el control de un sector de Berlín y los países de Europa del Este.
Fue
entonces que ese señor dijo: Yo seré como Pepito. Y así fue. Desde el primero
de enero de 1959, ese señor construyó una gran nación con educación gratita, con salud
gratuita, donde todos los hombres serían
iguales. Donde no hubiera discriminación
racial ni de ideología, ni de preferencias sexuales, ni hubiera odio
entre sus habitantes, ni mucho menos falta de libertad de credo, de expresión
ni de ideología y tal y como hizo Pepito en Rusia, eliminó a todo el que pudiera ser un freno a sus maquiavélicas
intensiones.
Mi hijo seguía la
historia con gran atención hasta que llegado a un punto de la misma me pregunta
con cierta cara de: No sé por qué me
cuentas esto…
—Oye Papá, pero no veo
zombies por ninguna parte. Esto no tiene que ver nada con lo que te pedí. No
hay terror, no hay asesinos, no hay ficción. Me estás contando la historia de
tu país.
—Hijo, no quieres más
zombies que un pueblo que lleva casi 60 años soportando mentiras, opresión,
hambre y para colmo aplaude y sigue
a un gobierno que lo único que ha hecho es llevarlo a convertirlo en el pueblo
más oprimido que existe actualmente en el mundo. ¿No quieres más terror que el
que ha vivido el pueblo cubano desde que Fidel tomó el poder? ¿No quieres más asesinos
que toda la cúpula de comandantes que junto a Fidel asesinaron a miles de
cubano por solo pensar diferente?
Carlos sonrió, hizo
unos apuntes y luego se puso de pie mientras murmuraba…
—Tienes razón papá.
Tomó su cámara, la
prendió y con una sonrisa en sus labios me dijo:
—Empezamos…
Y comenzó la
entrevista.