─¿Te considerabas
una persona importante?
─Creo que después
del Papa, yo era el hombre más importante del mundo.
─¿Lo crees?
─No es que lo
crea, es que lo afirmo… Con una fortuna de más de nueve mil millones de dólares
es suficiente… ¿o no?
─Si usted lo dice…
El hombre titubeó
y buscó entre sus apuntes. Luego tragó en seco y volvió al ataque.
─¿Te consideras
un hombre que amaba a su familia?
─Con la vida,
Pelao. Mi madre, mis hijos y mi mujer eran todo para mí. ─ hice una pausa y
sacando desde lo más hondo de mis recuerdos continué… ─ Para que tengas una
idea, te voy a contar dos pequeñas anécdotas de mi vida para con mi familia…
─¿La primera?
─Un día, en unas navidades, mi hija quería un
unicornio… pues mandé a mi mano derecha, a buscar un caballo blanco, al que le pegaron con grapas un cuerno bajo su
crin y adhirieron largas alas de papel a su torso. Mi hija estaba feliz de
tener ante si, a un unicornio. Lo feo fue que el animal murió unos días después
como consecuencia de una infección. Pero para que tengas una idea pelao, si mi
hija quería una jirafa, yo le buscaba el animal hasta en la lejana África. Si mi
princesa quería ver en persona a un artista del programa de moda, sus deseos se
cumplían. Nunca reparé en nada.
─¡Y la segunda?
─ Eso puede ser lo más verraco que hice pelao, resulta que
una vez fue mi familia a verme a una finca en las que me escondía. Hacía un
frio muy verraco pelao, y agarré e hice una
hoguera quemando dos millones de dólares en billetes para producir calor y evitar
que mi hermosa hija muriera congelada.
─¡Wow! Si que quería a su
familia. ¿y pudieras resumirme en síntesis tu vida?
─ Mira, de mí se sabe todo
y todo anda muy bien documentado por todas partes, pero lo que más me gusta
contar de mí es que salí de la calle. Era de raíces muy humildes. Fui
hijo de un hacendado muy buena persona y de una maestra rural, a quien adoraba
y con quién tuve una relación casi edípica. De niño nunca fui muy aplicado para
los estudios. Era un desastre en la escuela y a muy temprana edad comencé a
desempeñarme en oficios menores para ganarse la plata que tanto me gustaba
pelao y que mis padres, por razones obvias, no podían darme. Empecé lavando
carros, hice de empacador en los mercados, crié ganado, y así hasta que descubrí,
las "bondades" de la delincuencia. Un día le dije a mi primo y mis
amigos: ¡Si en un año no tengo un millón
de pesos… Me mato! Y ahí se inició mi carrera delictiva de a de veras. Robé carros, luego compraba y vendía cosas
robadas, como lápidas de cementerio, y el contrabando de cigarrillos. Más tarde
vino el contrabando de marihuana y cocaína. Y con ella, vino lo que me había prometido.
En menos de un año, ya tenía el millón de pesos pelao. Y eso no fue todo, fui
adquiriendo poder, dinero, y empezó a coquetearme la idea de la política… Pero
bueno, esa historia ya debes conocerla. En resumen pelao, fui muy verraco en
todo lo que me propuse y llegué a convertirme en el hombre más poderoso del
mundo, después del Papa, claro está.
─Muchas gracias Pablo… y ahora una última
pregunta. ¿Si volviera a nacer quien le gustaría ser?
─Sin dudas, me encantaría ser de nuevo, el Capo di tutti capi del Cartel de Medellín.