La
Izquierda en las redes sociales desde hace un tiempo a la fecha se viste de
Chusma. La intolerancia de los Castros se hace visible en cubanos que viven en
el exilio disfrazados de anticastristas o de simples refugiados económicos que
vociferan no ser políticos pero atacan sin pensarlo a cualquiera que haga uso
de uno de los más sagrados derechos del hombre; la libertad de expresión.
Es
posible que siempre haya sido así, pero estaba muy bien enmascarado. Ahora las
ideas buenas no lo son si vienen de una parte contraria de pensamiento o más
estrictamente hablando (para caer en los extremos): no son buenas si no concuerdan
con lo que yo pienso.
¿Desde
cuándo viene esto ocurriendo?
Tal
vez puede que esté sucediendo desde mucho antes de los Castros (a nivel del
cubano). Pero el detonante pienso que surgió, y a lo mejor estoy diciendo algo
equivocado, desde el surgimiento de las redes sociales y la dictadura de la
“manipulación de la verdad” en el periodismo, ya sea escrito o de televisión,
el mundo entero sufre de esta crisis de la realidad.
Por
ejemplo; Bill Clinton escandalizó la oficina oval en varias ocasiones con su
debilidad por las faldas y solo quedó en: El tipo es hombre. Malo que fuera
maricón… Pero si el 45 tiene un affaire, es un depravado mental. ¿Cómo es
posible que un presidente le pague a una prostituta? Es bochornoso. Los dos
ejemplo son líos de faldas, pero uno es más grave que el otro. ¿Por qué? Muy
simple; todo depende de qué lado duerme la iguana. Si del lado izquierdo o del
derecho.
En
Cuba lo vivimos con la dictadura del Granma. Un periódico que fue reduciendo
sus páginas (por culpa del bloqueo gringo) y en donde solo se leía que en Cuba
todo está bien y el mundo fuera del régimen está completamente jodido. Se
reportan violaciones de los derechos humanos en el mundo entero, pero en Cuba
no se violan los derechos humanos. Para un cubano común la única pregunta
coherente sería: ¿Qué son los derechos humanos? Partiendo de que nunca se ha
enseñado en el modelo educacional cubano que contiene la carta magna de los
derechos humanos del hombre. Lo mismo pasaba con la historia. Todo lo bueno en
la historia de la isla, ocurrió después del triunfo revolucionario. De ahí para
atrás, todo era malo e inservible.
Pero
esto no es solo de Cuba. Hoy la Izquierda en el mundo hace lo mismo y con una
fuerza brutal.
Hace
un tiempo no muy lejano cuando Obama era el presidente de la gran nación,
invadía países, deportaba mexicanos a razón de casi 1000/por día, beneficiaba
al castrismo con su política blanda de acercamiento a Cuba, y hasta hizo
comedia con Pánfilo en una sorprendente visita a la Habana… y nadie, o casi
nadie «dijo nada». Y no me refiero a los que siempre han mantenido una política
abierta en contra de la dictadura. Me refiero a todo ese inmenso sector que en
silencio se mantiene dentro de un closet, mientras sus intereses no sean
tocados. Y me refiero también y con más intensidad a esos medios de
comunicación que hacían caso omiso a todo lo que estaba pasando como si en
realidad no pasara nada. Solo hacía falta un detonante para que salieran del
closet. Y ese detonante portaba cabello rubio, mirada inquisidora y andar
altanero pregonando sus frases de campaña «América será grande otra vez, vamos
a deportar a todos los ilegales y el Muro va».
En
ese momento, CNN quien había tapado las casi 1000 deportaciones diarias de
Obama, saltó como si le hubieran encajado en una aguja en las nalgas. Univisión
bajo la palabra hipócrita de un migrante que nunca sintió en carne propia los
más de 59 años de sufrimiento de los cubanos con familias en dos tierras, ni
hizo nada por sus coterráneos ilegales en Estado Unidos, ahora alzaba la mano
en contra de las palabras de un presidente que insistía en proteger las
fronteras del país al que iba a empezar a gobernar. En ese momento Jorge Ramos,
saltó como una liebre, después de estar 8 años sin decir nada sobre la política
migratoria del presidente de color negro que más mexicanos deportó en la historia
moderna de los Estados Unidos. Es posible que si Trump fuera a Cuba, visitara
un paladar y asistiera al programa de Pánfilo, fuera un populista
recalcitrante; Obama solo era un presidente carismático.
Pero
volviendo al tema de las redes sociales y la izquierda, lo que más me preocupa
es que hoy todo tiene un tono más grotesco. Hoy en las redes sociales no se
discute con argumentos, se discute con ofensas. Y los cubanos, creo que vamos a
la cabeza.
¿Llevaremos
eso en los genes? Somos dignos de una investigación científica. Algo debe haber
en el agua, en el sol, en las calles, en las “croquetas pega-cielos”, o hasta
ese ron que nos jactamos en decir que es el mejor ron del mundo, que nos
imposibilita a todos vivir en armonía.
El
cubano vive entrópicamente hablando en un caos perpetuo. En un dale al que no
te dio. No solo te machuca el de arriba, sino el de al lado, y hasta el de
abajo.
Con
la llegada de los Castros en el 59, Cuba dejó de existir para convertirse en
una Isla Solar; en la mayor cuartería del Caribe. Y los cubanos nos convertimos
en ratas de laboratorio que peleaban entre sí. De un lado los seguidores del
rey (con voz y voto aunque con hambre) y al otro los opositores (sin voz ni
voto y también con hambre). Los primeros, liderados por una sinfonía de
organizaciones de masas de naturaleza zurda y bautizada con siglas. Los
segundos, sin líderes y bautizados de ofensas convertidas en adjetivos. Y la
historia es muy bien conocida. No solo adjetivos recibieron los que decidieron
no estar del bando zurdo. En los primeros años fueron víctimas de presidio
político, fusilamiento y tortura bautizados con el adjetivo de
contrarrevolucionarios y los que pudieron escapar formaron parte de lo que la
izquierda mal llamó “La mafia de Miami” y más adelante, en el 80 se les llamó
“Escorias o marielitos”, en el 94 balseros y por últimos aparecieron los pies
descalzos. Y así nos adaptamos a vivir: en eterna discordia. Divididos hasta el
tuétano. Incluso los que escapamos, nos llevamos el virus como portadores
pasivos. Solo era cuestión de alimentarlo hasta que un día el virus se
convirtiera en pandemia.
Y
la historia data desde los primeros que llegaron. Ahí nació el gran exilio
histórico, lleno de patriotismo, nacionalismo y dignidad, pero también dividido por tantas etiquetas que le había impuesto la dictadura. Después
llegaron los marielitos, más tarde los balseros y posterior los pies secos y
mojados. Todos estos grandes grupos tenían sus peculiaridades muy marcadas y respetadas pero a esto
hay que añadir que el gobierno se dedicó a infiltrar esbirros del g2 en esos
grandes grupos y en poco tiempo ya tenían a Miami completamente invadido de
súper agentes secretos cuya misión más importante consistía en dividir desde adentro,
más aún al exilio.
Y
por último, hace apenas un año y unos meses, apareció el “forty five”, para
echarle un poco más de carne al asador. El virus tenía ahora otra razón para
mutar, y para los cubanos que salimos de Cuba por no ser zurdos, apareció otra
razón para exaltar la división. Los amantes del “forty five” y los depredadores
del “forty five”.
Ahora
gran parte del exilio, que jamás tuvo el valor en Cuba de alzar la voz en
contra de la dictadura, empezó a gritar en contra del “forty five”. Cosa que
detonó como vil bomba para alimentar ese virus innato que traemos en la sangre
los cubanos. Ahora todo el que defiende las posturas del “forty five” es
atacado sin clemencia por los depredadores del “forty five” que amaban con
pasión y obsesión al carismático mulatico de la sonrisa perfecta. A ese que
traicionó al exilio, eliminó a los pies descalzos y reanudó las relaciones con
el régimen castrista.
¿Y
que hay detrás de todo esto?
No
dudaría ni tantito que aquella isla laboratorio extrapoló sus investigaciones
de campo a 90 millas más arriba desatando una guerra nada silenciosa en la meca
del exilio. Una guerra silenciosa que amenaza convertirse en letal, incluso sin
el uso de la temida AR15 y toda arma de exterminio masivo. Muy simple. Un campo
de batalla en el cual se pone solo una foto, se llena un perfil y se enarbola
una bandera. Esa “noble” idea de Mark Zuckerberg de unir a los amigos de
antaño, es hoy un campo de batalla para desunir y dividir a los que no piensan
de igual manera y en esta guerra, pelean entre sí los cubanos como jamás se ha
peleado en nuestra historia. Nuestros mambises tiñeron de sangre nuestra tierra
por la libertad de Cuba del dominio de España. Hoy los cubanos teñimos de
ofensas las redes para demostrar quién es más fuerte, quien dice más groserías,
quien tiene más “likes” y más seguidores, y la libertad de nuestra isla ha
pasado a planos inferiores, cosa que absolutamente le da terreno a los zurdos
para lograr sus objetivos. Dividirnos más para vencernos mejor y para postergar
la muerte de un enfermo que agoniza a patadas a 90 millas del imperio.