jueves, 21 de marzo de 2013

Mundos Paralelos X.


─¿Te considerabas una persona importante?
─Creo que después del Papa, yo era el hombre más importante del mundo.
─¿Lo crees?
─No es que lo crea, es que lo afirmo… Con una fortuna de más de nueve mil millones de dólares es suficiente… ¿o no?
─Si usted lo dice…
El hombre titubeó y buscó entre sus apuntes. Luego tragó en seco y volvió al ataque.
─¿Te consideras un hombre que amaba a su familia?
─Con la vida, Pelao. Mi madre, mis hijos y mi mujer eran todo para mí. ─ hice una pausa y sacando desde lo más hondo de mis recuerdos continué… ─ Para que tengas una idea, te voy a contar dos pequeñas anécdotas de mi vida para con mi familia…
─¿La primera?
─Un día, en unas navidades, mi hija quería un unicornio… pues mandé a mi mano derecha, a buscar un caballo blanco,  al que le pegaron con grapas un cuerno bajo su crin y adhirieron largas alas de papel a su torso. Mi hija estaba feliz de tener ante si, a un unicornio. Lo feo fue que el animal murió unos días después como consecuencia de una infección. Pero para que tengas una idea pelao, si mi hija quería una jirafa, yo le buscaba el animal hasta en la lejana África. Si mi princesa quería ver en persona a un artista del programa de moda, sus deseos se cumplían.  Nunca reparé en nada.
─¡Y la segunda?
─ Eso puede ser lo más verraco que hice pelao, resulta que una vez fue mi familia a verme a una finca en las que me escondía. Hacía un frio muy verraco pelao, y agarré e hice una hoguera quemando dos millones de dólares en billetes para producir calor y evitar que mi hermosa hija muriera congelada.
─¡Wow! Si que quería a su familia. ¿y pudieras resumirme en síntesis tu vida?
─ Mira, de mí se sabe todo y todo anda muy bien documentado por todas partes, pero lo que más me gusta contar de mí es que salí de la calle. Era de raíces muy humildes. Fui hijo de un hacendado muy buena persona y de una maestra rural, a quien adoraba y con quién tuve una relación casi edípica. De niño nunca fui muy aplicado para los estudios. Era un desastre en la escuela y a muy temprana edad comencé a desempeñarme en oficios menores para ganarse la plata que tanto me gustaba pelao y que mis padres, por razones obvias, no podían darme. Empecé lavando carros, hice de empacador en los mercados, crié ganado, y así hasta que descubrí, las "bondades" de la delincuencia. Un día le dije a mi primo y mis amigos: ¡Si en un año no tengo un millón de pesos… Me mato! Y ahí se inició mi carrera delictiva de a de veras.  Robé carros, luego compraba y vendía cosas robadas, como lápidas de cementerio, y el contrabando de cigarrillos. Más tarde vino el contrabando de marihuana y cocaína. Y con ella, vino lo que me había prometido. En menos de un año, ya tenía el millón de pesos pelao. Y eso no fue todo, fui adquiriendo poder, dinero, y empezó a coquetearme la idea de la política… Pero bueno, esa historia ya debes conocerla. En resumen pelao, fui muy verraco en todo lo que me propuse y llegué a convertirme en el hombre más poderoso del mundo, después del Papa, claro está.
─Muchas gracias Pablo… y ahora una última pregunta. ¿Si volviera a nacer quien le gustaría ser?
─Sin dudas, me encantaría ser de nuevo, el Capo di tutti capi del Cartel de Medellín.

DECICADO A MIS LECTORES DE COLOMBIA

lunes, 18 de marzo de 2013

Mundos Paralelos IX



─Necesito un modelo para representar a mi personaje protagónico… ─dije a uno de mis ayudantes y tras algunos meses de búsqueda seleccioné a un joven de 19 años de edad.
─ ¿Cómo te llamas? ─ Le pregunté
─ Giácomo señor. ─Me dijo.
Durante seis meses trabajé pintando al personaje principal. El rostro de Giácomo mostraba esa dulzura que me hacía falta para hacerlo creíble, para representar su esencia, su humildad, su grandeza.
Durante los seis años siguientes continué mi obra buscando y representando a los demás personajes; dejando para el final a aquel que representaría al villano, al antagónico, al malvado. Les confieso que me costó semanas encontrar a un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro que identificaría a una persona que sin duda traicionaría a su mejor amigo, que destilara odio, y todo lo malo que pueda haber en un hombre.
Un día llegó a mis oídos que había un hombre que reunía estas características y que estaba encerrado en un  calabozo de Roma sentenciado a muerte por robo y asesinato. Hice todo lo posible por conseguirlo y con un permiso especial, fui a visitar al prisionero y lo llevé conmigo a Milán. Durante meses este hombre se sentó silenciosamente frente a mí.
Cuando di el último trazo a mi obra me volví a los guardias del prisionero y les di la orden de que se lo llevaran. Cuando salían del recinto, el prisionero se soltó y corrió hacia a mí gritando:
Señor ¡Obsérveme! ¿No reconoces quién soy?
Lo miré cuidadosamente y respondí:
Nunca te había visto en mi vida, hasta aquella tarde en el calabozo de Roma.
Fue entonces cuando vino la gran sorpresa. Llorando y pidiendo perdón a Dios el reo me imploró:
Maestro Leonardo, yo soy Giácomo, el mismo que usted escogió para representar a Jesús en este mismo cuadro de la Cena Divina.

lunes, 11 de marzo de 2013

Mundos Paralelos VIII


― Hace ya un buen tiempo que no nos vemos.
― Desde la última vez que vine a Roma.
― Hoy quiero que beses el interior de mi vientre. ― Le dijo ella mientras deslizaba sus pies sobre la cama elevando sus rodillas al tiempo que abría lentamente sus piernas y lanzaba su negra vestimenta a un lado de la cama. ― ¿Crees que puedas hacerlo?
― Si Dios me lo permite, trataré ― respondió sonriente aunque por dentro su osamenta temblaba.
Se inclinó y apoyando sus rodillas en la cama fue a gatas hasta acercar el rostro a su entrepierna. Su cuerpo temblaba, pero el olor a hembra provocó el clic perfecto para que cerebro y miembro se interconectaran. Se miró hacia dentro implorándole a los dioses permitirle realizar un exitoso desempeño. El reto era ambicioso. Besar el interior de su vientre implicaba cruzar el umbral de su experiencia, desmembrar su ego en diminutos pedazos, borrar a los héroes de su historia, violar el límite de sus desmedidos orgasmos y colmarla hasta el cansancio con sus demandantes excesos. Y olvidándose por un momento de todo, incluso de los pecados capitales, mojó la lengua en sus jugos, que poco a poco calmaron su incontenible sed por ella. El desafío empezó. Ya estaban en un fascinante cuerpo a cuerpo, cara a cara, sexo a sexo. Él cerró sus ojos por un instante para comprobar que lo que estaba viviendo no era un sueño. Una vez más, la mágica ilusión de un deseo inaguantable, estaba haciéndose real, como si fuera la primera vez… Ella soltó un gemido que anunciaba la llegada de una muerte chica. Él soltó simultáneamente su hombría, desparramando en ella toda su osadía.
―Has estado maravilloso. ― dijo ella con la respiración entrecortada.
Él la miró y esta vez no sonrió. Frunció el ceño y poniéndose de pié le dijo:
―Ya debes irte y esta será la última vez que nos veremos en estas condiciones. 
    ―Pero…
― Sor Inés, no hay peros que valgan y que Dios me perdone. Sabes muy bien que ya nos toca al continente americano y mañana puedo ser elegido como el nuevo Santo Padre. 

viernes, 8 de marzo de 2013

Mundos Paralelos VII.


Una mañana de octubre de 1967, estaba yo frente a mí clase de literatura inglesa. Un estudiante entra y me interrumpe para anunciar que había muerto el Che Guevara y que era necesario, la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje.

―Creo que el homenaje podría esperar ― le dije.

El ambiente en la clase se puso tenso y el estudiante insistió:

―Tiene que ser ahora y usted se va. ― me dijo el pibe en un tono amenazante.

―No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio. ―le grité de vuelta con un tono muy enojado, a lo que el muy terco me amenaza entonces con cortar la luz para que tuviéramos que salir. Sin vacilar un instante le respondí: ―He tomado la precaución de ser ciego esperando este momento. 




Recordando a Jorge Luis Borges. (Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986)

martes, 5 de marzo de 2013

Mundos Paralelos VI.


Cuenta una leyenda que por allá de 1926 nació en Birán,  - no precisamente en el medio Oriente- un niño con poderes mágicos y según contaba su madre, durante los nueve meses que estuvo en su vientre fue, lo que se dice, una autentica pesadilla. No porque diera patadas, ni dejara de moverse, como lo hace cualquier feto normal, sino porque desde antes de fecundar al óvulo seleccionado, el futuro mortal hacía y deshacía a sus antojos. Y créanme, esto no es mentira. Existen escritos que dan fe de estas historias (que bien podrían ser fabulas), contadas por sus propios protagonistas. Pero como dice la nana del comercial de televisión, “Esa… esa será otra historia”.
Imagínese por un segundo lo que debe haber pasado esta madre, que desde que hizo el amor aquel día ― nueve meses antes del 13 de agosto de 1926― sintió que había quedado embarazada.
Todos empezaron a notar algo raro en ella desde que nació el bebé. Sus costumbres cambiaron y para sorpresa de su hijo mayor, en vez de comprar libros de cuentos infantiles para leerle, compraba libros muy raros: “El manifiesto comunista”, “El capital” y “Materialismo e empiriocritisismo”… Puros autores distinguidos. Cosa que al ya nacido niño no le gustaba nadita y escuchaba las lecturas, haciéndose el muy interesado para engañar a su madre. ― mientras jugaba con sus fantasías de andar por el campo, criar sus vacas y vivir en una hacienda apartada entre los verdes mogotes de una sierra ―. Lo sorprendente era que la señora para quien leía en realidad era para el feto que portaba en su vientre, quien cada vez ordenaba al subconsciente de su madre que buscara temas relacionados con el fascismo, las dictaduras y como llegar al poder desde la óptica de las revoluciones sociales.
Bueno, y para qué les hago el cuento largo. Resultó que el día de su nacimiento, la madre, al ver la fuerza de su mirada, la dureza de su rostro y la altanería en su sonrisa, se dijo: - Acabo de parir al mismísimo anticristo.
Y nada cambió al pasar de los años, las sospecha de aquella tierna madre se vieron hechas realidad. Aquel niño creció y creció de una manera incontrolable. Sus más fieles inspiradores; Adolfito, Benito (no el benemérito), Vladimir y Joseph Francisquito el español y por último, el chinito Mao, todos se quedaron cortos frente a la talla de su mejor alumno.
Pero algo les falló a sus maestros. Y de seguro estoy, su error fue el no haberse dado una vueltecita por el África a visitar a los Orishas. Hoy recuerdo aquel día en que perdido por la selva virgen, el niño ―ya no tan niño― llegó a ver al Babalaw mayor y éste después de invocar a los ausentes le dijo en su lengua:
- Tú tá ser grande mijo. Tú tá viví hasta los 100 años y tú tá goberná todo un país, pero mijo, tú tá ser ambicioso y tú tá tené cuidao. Yo tá serte un trabajito y tú tá ve como funciona… tú vá vé que tú va a goberná hasta después de muerto.
Y sí que funcionó, porque ese niño que creció y creció, se convirtió no sólo en la imagen de sus inspiradores, sino que engañó al místico Babalao quien quería convertirlo en un hombre de bien. Pero no sólo al Babalaw, sino también engañó a todo un pueblo, diciéndoles que traía en sus manos la libertad.
Y hoy nos resignamos a que si las predicciones del Babalaw son ciertas, ¿cuánto más le queda en el poder sin trono al no místico dictador? 
Ah… se me olvidaba aclarar… Birán no está en el medio Oriente, es un pueblo del Oriente de Cuba. Y el niño... Bueno ya sabes quien es... El Anticristo... perdón, el AntiCastro, perdón... bueno ese mismo.


miércoles, 27 de febrero de 2013

Mundos Paralelos. Su tío Alberto


Esa noche, como todos los días, el niño esperaba a su tío.
Hacían largas tertulias, donde el místico señor narraba historias relacionadas con naves que viajaban tan rápido como la luz, gemelos que jugaban a la máquina del tiempo y de hadas madrinas que convertían a horribles “enanas blancas” en hermosas supernovas con sólo usar su varita nuclear.
—¿Qué día es hoy Tío? —preguntó el niño.
—Hoy es un día especial, muy especial sobrino. Hoy es el Equinoccio de Marzo, día en que la Tierra muestra al sol su Ecuador y cuando la noche y el día tienen la misma duración —contestó el anciano en el tono cariñoso que siempre usaba al dirigirse al niño. Se alisó su emblanquecido cabello, se apoyó sobre el marco de la grisácea ventana y abrió el empañado vidrio para que entrase un poco de aire fresco con olor a la recia lluvia que aún caía.
—Tío, siempre he pensado que fuiste el mejor.
El anciano dejó asomar una irónica sonrisa. «Si él supiera que a los 15 años, abandoné la escuela debido a mis malas calificaciones en varias materias, como historia y lenguaje. Y que poco después se descubrió que yo era disléxico». Pensaba mientras una vez más ese lado humano del anciano salía a la vista.
—Bueno hoy te voy a contar una anécdota que se habla mucho pero que nadie a ciencia cierta sabe si es verdad o no —le dijo el anciano—, pero que creíble o no, no deja de ser divertida.
El niño emocionado se acomodó en su cama para escucharlo.
El anciano aclaró su voz y comenzó.
 —Se cuenta que por allá de los años 20 cuando yo empezaba a darme a conocer por la introducción de numerosos avances en el campo de la ciencia, y por una ley muy famosa que descubrí…, en 19…, Bueno, las fechas no importan mucho, lo que interesa fue, que todo eso hizo que con frecuencia fuera solicitado por muchas universidades para que diera conferencias y les hiciera entender a todos, lo que nadie por si solo entendía leyendo mis escritos. Un día y dado a que a mí no me gustaba conducir, contraté los servicios de un chofer con el cual hice una muy buena relación de amistad e incluso de complicidad. Después de varios días de viajes de ida y regreso, le comenté a mi chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez y éste al escucharme enseguida me propuso: «— Si quiere, lo puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.» Y ¿Qué crees que hice? —preguntó el anciano al sobrino, sin la intención de esperar respuesta—, pues le tomé la palabra y antes de llegar a la siguiente conferencia, intercambiamos nuestras ropas y nuestros lugares. El chofer se sentó en el asiento trasero y yo tomé el volante. Llegamos a la sala magna y como ninguno de los académicos presentes me conocía físicamente, no se descubrió el engaño y el chofer expuso la conferencia que había oído repetir tantas veces. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cuál podía ser la respuesta, sin embargo tuvo un golpe de inspiración y le contestó: «La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda» —dijo señalando para mí. Y fue entonces cuando tuve que tomar la palabra —volvió a reír, ahora con escandalosas carcajadas, que contuvo de inmediato al ver que el niño se había quedado dormido.
Lo miró con ternura y le dio un beso en la frente. Se puso de pie mientras lo cubría bien con el cobertor azul que hacía juego con la lámpara de pececitos, para que no sintiese frío.
A la mañana siguiente, el niño despertó muy temprano y se paró frente al póster grande que colgaba junto a su escritorio.
Una picara sonrisa se dibujó en su rostro mientras leía lo que estaba escrito debajo de la foto: Albert Einstein. 2018: 139 aniversario de su natalicio.

lunes, 25 de febrero de 2013

Mundos Paralelos. Prefiero estar loca.


―No sabes que se siente que el día de tu boda te dejen plantada y el muy cabrón decida casarse con otra. Así que me di a la tarea, no sé si por despecho o porque a pesar de la traición seguía enamorada, de proclamar a viva voz que yo era la única y legitima esposa, con tal furia y apasionamiento que llegué  incluso a convencer de ello al Ayuntamiento de Ciudad, el cual emitió un documento reconociéndome el derecho a un subsidio de guerra como esposa de un soldado. 
― ¿Hiciste eso?
― No sólo eso. Yo estaba dispuesta a todo. El 11 de enero de 1916, sólo dos meses después del nacimiento de mi hijo, conseguí que él reconociera la paternidad ante un notario público. Él, cuya posición económica había mejorado notablemente, se compromete incluso a hacerse cargo del sustento económico del niño y ahí fue cuando inscribí al crío en el registro público con el mismo apellido de su padre. Sin embargo, tras haber reconocido al niño, el muy cabrón trata de quitármelo y el caso llega hasta los tribunales, donde los jueces acaban concediéndome la guardia y custodia del pequeño y condenando al padre a pagarme $12,000 pesos mensuales para colaborar en la manutención de mi bebé.
― ¡Qué bueno que pudiste hacer justicia!
―Qué justicia ni ocho cuartos… Más bien ahí fue cuando empezó la guerra entre él y yo. Su aún incipiente carrera se ve amenazada por mis acusaciones que aseguran que Francia lo había ayudado económicamente a poner en marcha su nuevo periódico, a cambio de que éste presionara desde las páginas del diario para que nuestro país entrara en la guerra apoyando a los Galos. El Ministerio del Interior de mi país llega a abrir una investigación sobre el asunto, al que, sin embargo, termina dando carpetazo. El tiempo acabaría demostrando que mis acusaciones eran ciertas pero, nada ni nadie fue capaz de detener su ascenso al poder al convertirse en el primer ministro más joven de la historia de nuestra patria. En ese momento, me encierran en este manicomio y…
― ¿Y tu hijo?
― ¿Mi hijo? ¿Cuál hijo? No sé de qué me hablas…


Ida Dalser, muere en el manicomio de Venecia el 3 de diciembre de 1937 de una hemorragia cerebral. Es enterrada en una fosa común. Benito Mussolini fue su peor verdugo.

viernes, 22 de febrero de 2013

Mundos Paralelos. Confesión.


Dos jóvenes, uno abogado y el otro soldado,  sentados desde lo alto de un monte blanco, húmedo y de maleza acolchonada, observaban el espacio, esperando que le asignaran su próxima misión.
―¿Tuviste hijos? ―preguntó el abogado al soldado.
El joven se rasco su angosto y cuadrado bigote y respondió en un alemán casi perfecto.
―Sí. Me recuerdo que en marzo de 1918, Charlotte ―así se llamaba una adolescente francesa de 16 años que conocí mientras serví como soldado en Francia durante la Primera Guerra Mundial―, dio a luz a un niño que después dejaría en adopción. El chaval, marginado por ser «hijo de un boche» se crió posteriormente en el seno de una familia francesa de clase media. Es increíble, cada vez que cuento esta anécdota se me retuercen las tripas… Me recuerdo, que en 1939, tras graduarse como abogado, mi hijo, combatió al régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
―¡Qué ironía! ―exclamó el abogado con su marcado acento parisino―. En mi anterior vida me llamé Jean-Marie Loret y mi padre fue un gran Hijo de Puta. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Mundos Paralelos. El Sanatorio.



―¿Te consideras un despilfarrador?
― Ufff ―exclamó―. En mis despilfarros superé la extravagancia de los más pródigos. Fui el creador de una nueva especie de baños, de manjares extraordinarios y de banquetes monstruosos; me enjuagaba con esencias unas veces calientes y otras frías, tragué perlas de muy alto precio disueltas en vinagre; hice servir a mis invitados, panes y manjares condimentados con oro. Durante muchos días arrojé a la muchedumbre, desde lo alto de la basílica, enormes cantidades de monedas pequeñas. Hice construir naves de diez filas de remos, con velas de diferentes colores y con la popa guarnecida con piedras preciosas. Para la edificación de mis palacios y casas de campo, no tuve en cuenta ninguna de las reglas, y nada ambicionaba tanto como ejecutar lo que se consideraba irrealizable; construía diques en mar profundo y agitado; hice dividir las rocas más duras; elevé llanuras a la altura de las montañas y rebajé los montes a nivel de los llanos. Hice todo esto con increíble rapidez, y castigando la lentitud con pena de muerte. Para decirlo de una vez, en menos de un año disipé los inmensos tesoros de mi antecesor.
En ese instante entró uno de los cuidadores del sanatorio con un perrito chihuahua en sus brazos. El paciente entró en pánico al ver al perro. Se puso de pie y empezó a gritar que lo sacaran de la habitación o se llevaran al perro. Temblaba, sudaba, lloraba. Entre tres guardias de seguridad no podían controlarlo.
―Es todo por hoy―dijo el doctor y dirigiéndose a un custodio le ordenó―: ya pueden llevar al paciente a su celda.
El doctor se quedó pensativo y después de releer todos sus apuntes exclamó:
―No tengo la menor duda… en realidad es Calígula.

martes, 19 de febrero de 2013

Mundos Paralelos: Felicidades Nicolás.


―Felicidades, Nicolás ―gritaron todos los compañeros del laboratorio al tiempo que alzaban sus vasos con refresco.
Era un 19 de febrero y todavía se vivía la efervescencia por el reciente paso del asteroide 2012 DA14 que cruzaba el cielo nocturno sobre Sumatra (Indonesia), a tan sólo 27,860 kilómetros de la Tierra, y continuó su travesía cósmica a unos 28,100 kilómetros por hora. Nicolás lo había observado todo y estaba realmente emocionado y si a eso le sumamos la sorpresa que le habían  dado sus compañeros; no tenía palabras para expresar tanta gratitud.
― ¿Qué edad cumples, Nicolás? ―gritó Smith, un joven recién graduado de la carrera de Astronomía y quien se entrenaba para operar el más potente de los telescopios que recientemente había comprado unos de los laboratorios más especializados de la NASA.
El anciano se dejó caer en su silla y ocurrió algo inesperado. Cerró los ojos y empezó a hablar en un prusiano casi perfecto.
―Si cuando tenía tu edad, yo hubiera tenido ese telescopio... ¿Quien sabe cuantas cosas más hubiera descubierto? Fueron casi 25 años haciendo un modelo heliocéntrico del universo. En aquel entonces, muy pocos la aceptaron, aunque fue una verdadera revolución en la astronomía.
― ¿De qué hablas Nicolás?
El anciano se mostró enojado y casi rojo de la ira gritó:
―¡No me digas más Nicolás, carajo! Mi nombre es Copérnico y hoy cumplo 540 años.



Revisado y re-editado en enero 2018.
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