jueves, 18 de octubre de 2018

De las Tonterias y Mentiras de Fidel Castro.



No sé cuándo la gente se va quitar esa venda de los ojos para reconocer de una vez que FC fue un monstruo y ni tan siquiera tan inteligente como se dice.
Fíjense, una a una, cuánta mierda hizo en nuestro país, y si tú no lo recuerdas, te refresco la mente, ¿por dónde quieren que empiece?
FC afirmó públicamente que, al cruzar el ganado Cebú con el Holstein, Cuba produciría más leche que Francia y más queso que Holanda. ¿Y qué pasó? ¡Ni hubo queso ni hubo leche! Vivimos en un país donde solo toman leche los niños de cero a 7 años y los ancianos mayores de 65 años (si van a buscar la leche acompañados de sus padres), porque ni produjimos más leche que Francia, ni más queso que Holanda y de carne, mejor ni hablemos. Después, FC nacionalizó fincas agrícolas productivas y permitió que se convirtieran en «marabuzales» improductivos, quitándoles a los campesinos el derecho de decidir qué querían cultivar en sus tierras. Pero lo peor es que su gobierno no ha sido capaz de producir los alimentos necesarios para que el pueblo no pase hambre. FC ideó el Plan de Banao para sembrar frutas exóticas. ¿Y qué pasó? ¿Díganme por favor dónde coño están las fresas, las uvas, las peras, manzanas y melocotones que prometió al pueblo? Solo en su mente, o para los extranjeros que van de turistas a quitarle al pueblo lo poco que tienen, mientras los cubanos se chupan el forro de los testículos. FC, pese a las advertencias de los expertos, se empeñó en hacer una zafra de diez millones de toneladas de azúcar. ¿Y qué pasó? ¡Nananina! Terminó arruinando al país más de lo que estaba en los años 70, y amigos, me voy más atrás, desde el 59 FC estuvo al frente de un gobierno que lo único que logró fue convertir en un desastre las producciones ganaderas, de café, de cacao, y desapareció de la mesa de los cubanos la carne de res, el pescado, la langosta y los camarones y hasta vegetales que se podían sembrar en cualquier lugar y en cualquier época del año. FC nos impuso un sistema económico que, según él mismo declaró a un periodista norteamericano, jamás ha funcionado. ¿Creen que esto sea justo para un pueblo?
Y sigo, Amigos, ahora voy a lo político. Cuba, desde que llegó FC al poder, se volvió una desdicha. Solo hay que remontarse a la historia que, aunque no fue la que nos contaron en la escuela, yo he tenido la suerte, como alguno de ustedes, de leer lo que nos estuvo prohibido leer. Y sí, FC, una vez en el poder, se negó a cumplir el programa democrático acordado entre el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Estudiantil. Se negó a restablecer la Constitución de 1940 y a celebrar elecciones generales como había prometido. Fusiló a muchos y envió a prisión con largas condenas o lanzó al exilio a los cubanos que le reclamaron pacífica o violentamente que cumpliera los ideales por los que murieron jóvenes valiosos en la lucha en la Sierra Maestra. Fue el mismo FC quien mandó a detener y luego condenó a más de 20 años de cárcel al comandante Huber Matos, solo porque él pidió la renuncia al advertir que la revolución iba camino al socialismo, cosa con lo que él no compartía ni era por lo que había luchado. Fue Fidel quien fomentó el terrorismo revolucionario en países de América y otras partes del mundo. ¿O no se acuerdan de Angola, Etiopía, Mozambique? Por citarles unos cuantos ejemplos…
Bajo la dictadura de FC y su pandilla, Cuba se convirtió en el país de la magia. Tuvimos un presidente que fue mejor mago que David Copperfield. El mago de Cuba cambiaba hasta el clima cuando se lo proponía y así hizo cambios en toda la isla a su antojo. Sobre todo, construyó un país que no se entiende en sí mismo. Un país donde se hace más con menos, donde los reveses no se convierten en victoria, donde los profesionales ganan menos que los que no trabajan, donde las mujeres menstrúan cada 28 días sin tener toallas sanitarias, donde el dinero foráneo vale más que el nacional y donde una persona extranjera vale más que un nacional. Donde no hay prostíbulos, pero cada día hay más prostitutas en busca de que llegue su mesías prometido y la saque definitivamente de esta pocilga. Amigos de la Ciber-Cuartería, lo que te diga podrá ser poco creíble para los extranjeros que no lo vivieron, pero les juro que es la verdad. Cuba, es el único lugar del planeta donde se come picadillo sin carne. Es de los pocos países del mundo donde se exporta todo en busca de divisas y donde no hay nada para los cubanos. En fin, díganme amigos, ¿no es acaso, Cuba, un país mágico que está gobernado por un equipo de hechiceros?
Hagamos una breve reseña de lo que fue la revolución cubana, sus principales figuras y sus más significativos triunfos y sus cotidianos fracasos.
Las primeras medidas económicas y sociales que adoptó FC desde el primer día de su gobierno, excepto la Primera Ley de Reforma Agraria, mostraron un efecto distributivo de alto beneficio popular, y, de alguna manera, no alteraban, en lo esencial, ni las relaciones de propiedad, ni siquiera las de distribución de la riqueza. Sin embargo, y por obvias razones, ni al gobierno de los Estados Unidos ni a los empresarios, tanto cubanos como extranjeros que radicaban en la isla, les hizo mucha gracia. Por un lado, no se sentían dueños de la situación porque FC iba cerrando más el círculo para controlarlo todo y, por otro lado, empezaron a sospechar que algo muy diferente a lo que decía en sus discursos se estaba tramando desde la cúpula más cercana al gran jefe.
Su primera jugada fue la creación de un sector estatal de la economía, que se dedicó a «recuperar» los bienes malversados por los funcionarios del gobierno militar de Fulgencio Batista. Claro, lo que parecía bueno tenía su truco. Algunos ministros reformistas eran partidarios de transferir dichos bienes mediante subasta pública al capital nacional y no al estado. Y fue evidente que la idea de una estatización de la propiedad fue lo que les infundió el terror, pues, para ellos, era una especie de comunismo enmascarado.
Todo lo que hizo el gobierno en ese tiempo iba enmascarado de un «populismo barato», con la fachada de que todas las medidas revolucionarias iban solo dirigidas a lograr una mejor distribución de la riqueza a favor de las clases que no tenían nada. Según FC, estas medidas no eran de carácter socialista, ni siquiera antiimperialista, en el sentido estricto de la palabra. Amigos, hay que tener cara dura, porque lo que vino después fue todo lo contrario y demostraron, sin remedio, que todo era una trampa disfrazada de un populismo demagógico para captar el respaldo del pueblo y definir el comienzo de lo que ese señor llamó «UNA REVOLUCIÓN VERDADERA». Es horrible, porque ahí empezó nuestro calvario. El 3 de marzo de 1959, Fidel empezó nacionalizando la Compañía Cubana de Teléfonos. Después, el día 6 del propio mes, aparecía otra ley, mediante la cual se rebajaban en un 50 % los alquileres, lo que encontró un gran respaldo de ese pueblo «tan necesitado». El 21 de abril se declaraba el uso público de las playas. ¡Imaginen cuánto ganó! Ya todos los cubanos, negros, blancos, ricos y pobres podían hacer uso masivo de esas playas. Más tarde, el 20 de agosto se rebajaban las tarifas eléctricas, sin dudas, una medida de alto impacto popular. Pero Amigos, la medida más radical de esa etapa fue la Primera Ley de Reforma Agraria, dictada el 17 de mayo de 1959. A diferencia de las anteriores reformas a la tierra, esta ley sí alteraba la estructura de la propiedad y de las clases existentes en el país. En pocas palabras y para que lo entiendan bien, empezaron a quitarle a la gente lo que era de su propiedad. FC, empezaba a disponer de todo lo que no era suyo. Y en vez de que esta ley se limitara a un simple reparto de tierras ociosas en estado de precariedad o pertenecientes al estado, fue un poco más allá. FC dijo que se requería una transformación de la agricultura cubana que eliminara el latifundio y otorgara «EN PROPIEDAD» la tierra a quien la trabajase. Con eso no había dudas que ascendería al salón de la fama. Se metió con los GRINGOS porque no era posible realizar en Cuba una reforma agraria verdadera sin afectar los intereses de las compañías americanas y, por supuesto, a la propiedad privada. Ni era tampoco posible llevar a fondo el combate contra el dominio norteamericano en Cuba sin afectar las enormes extensiones de tierra incluidas en dichos latifundios. Por eso, en la primera fase del plan macabro de FC, el contenido agrario y el contenido antiimperialista venían indisolublemente agarraditos de la mano. Hasta románticos se veían.
Estos cambios sociales solo tenían un nombre: SOCIALISMO. De esta manera, era evidente que Cuba estaba bajo las sombras del comunismo ruso. Y el régimen empezó a mover sus fichas para eliminar cualquier amenaza y emprende una especie de purga, similar a la que hizo Stalin durante su gobierno. Todo lo que oliera a contrarrevolución tenía que ser extirpado de raíz. Los viejos ministros con ideas reformistas fueron reemplazados por figuras revolucionarias. No importaba si eran idóneos o no para ocupar el cargo. Lo importante es que fueran revolucionarios y que jugaran del mismo bando que FC. Y para demostrarlo, el 16 de julio, FC anunció a viva voz su renuncia al cargo de primer ministro, porque existían muchas discrepancias con el entonces presidente Manuel Urrutia. Discrepancias que, según él, estaban motivadas por las conductas contrarrevolucionarias asumidas por Urrutia. Y haciendo uso de su capacidad histriónica hizo una actuación merecedora de un premio de la academia del cine. Al día siguiente, FC comparece ante la televisión para explicarle al pueblo, en detalles, cuál era la causa de su renuncia y ahí, de manera eficaz, enardece al pueblo y este se lanza a las calles pidiendo, por un lado, la remoción de Urrutia y, por otro, su retorno a las funciones de gobierno. Y la jugada funcionó a la perfección, porque el día 18 de ese mismo mes Urrutia renuncia y en su lugar designa al doctor Osvaldo Dorticós Torrado, hasta ese momento ministro de Leyes Revolucionarias, pero que después se convirtió en un títere de Castro. Sin lugar a dudas, la renuncia de Urrutia asestaba un rudo golpe a los planes norteamericanos y a los de la oposición interna, los cuales veían frustradas sus esperanzas de ponerle un alto al proceso revolucionario.
Pero eso no fue todo, Amigos. En octubre de 1959 viene la renuncia del comandante Huber Matos al cargo de jefe militar de la provincia de Camagüey, uno de sus principales hombres de confianza en la Sierra Maestra, pero con un profundo pensamiento anticomunista y vinculado a importantes sectores de la vieja guardia que querían cambios en Cuba, pero muy distantes a la implantación de un sistema socialista. En esencia, había que derrocar a Batista, pero ninguno de ellos quería quitar una dictadura para poner otra. En su carta de renuncia a Fidel, Huber lo emplazaba a definirse ideológicamente a favor o en contra del comunismo. Algo que Fidel no estaba dispuesto a confesar en aquel momento y ya podrán imaginarse la historia (la real que nunca nos contaron). Huber es encarcelado y condenado por traición a la revolución y Camilo Cienfuegos, otro de sus hombres de confianza, desapareció después del arresto de Huber en Camagüey, tras sugerirle a Huber que huyera de Cuba… Historia que no voy a seguir contándote porque se nos acaba el tiempo y no quiero que se aburran. Todo esto que te he contado nos llevó irremediablemente a la mierda en la que se vive hoy en nuestra Cuba… Y si quieren seguir leyendo les recomiendo comprar Epitafio para un Sueño, novela en la que de una manera muy amena cuento éstas y muchas verdades más...

jueves, 20 de septiembre de 2018

¿Quién es Pepe el Salao?



Cuando apenas era un chamaquito, no más de 7 años y vivía en la calle Santa Clara, solía creer que cada persona determina su propia vida. Que siempre tendríamos el control de nuestro futuro y podríamos elegir nuestra carrera universitaria y nuestra profesión, a nuestras novias o futuras esposas, a nuestros amigos. Incluso llegué a pensar que sería responsable de las decisiones que marcarían mi vida. Pero nunca me percaté que había nacido en Cuba, donde hay dos fuerzas más poderosas que el libre albedrio; nuestro inconsciente y la dictadura marxista-leninista-estalinista-comunista de los hermanos Castros.
Con los años, comprendí que todo lo que solía pensar, no era más que un sueño guajiro y aprendí que detrás de las apariencias,  a puertas cerradas, todos somos presas de los mismos obscuros, crudos y vergonzosos deseos. Desde niño siempre fue muy observador. Miraba fijamente a un persona, lo suficiente para darme cuenta de que, en realidad, no somos quienes decimos ser, incluso, bajo la piel, siempre hay un secreto oculto que hasta nos hace ser alguien muy diferente.
Yo tengo ese secreto y con el crecí; enfrentándome a cada instante con la frustración de encontrarme con una realidad que no era como la que solía imaginar: Ni era capaz de determinar mi propia vida, ni de tener el control de mi futuro, ni de elegir ni mi carrera, ni mi profesión, ni mucho menos a la novia que me diera la gana, porque si era de familia comunista el padre no la dejaba juntarse con un tipo opuesto a los principios revolucionarios. Creo que de ahí me viene el apodo de «El Salao». Todo me salía mal. Era una especie de desafío permanente con la suerte. Solo basta decirles, que para mí, Pepe el Salao, la mala suerte se convirtió en un padecimiento crónico. Por más que repetía la última frase de un escrito de Neruda: «Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados», no alcanzaba a entender si en realidad, yo era un fracasado o toda la cadena de infortunios por la que había transitado mi vida, era producto de mi mala suerte.
Y no era para menos. Desde el mismo día de mi nacimiento, me hice famoso, y esto lo digo sin presunción ni prepotencia, porque es muy probable que en mi barrio, no muchos conozcan el día en que fue fundada Cienfuegos —mi ciudad natal— pero sin dudas, todos recuerdan aquel 15 de Noviembre de 19.. —la verdad, hace tantos años que ya ni me acuerdo—, cuando mi madre —ya internada en la Clinica Villavilla— sintió un fuerte cólico en la panza y pensando que era un simple peo atorado, se sentó en la taza del inodoro, pujó y ahí nací…, cayendo de cabeza contra la dura cerámica de aquel viejo sanitario.
Se los juro, era una especie de gracias divina. No importaba el número de personas que estuvieran presentes. Si ocurría algo malo, sin dudas, estaba destinado para mí. Si pasaban los negritos de la calle Odonel y alguno lanzaba una piedra, ésta me partía la frente a mí, aunque estuviera asomado por la ventana de mi casa. Si un carro caía en un bache y salpicaba agua con lodo, al único al que le enfangaba la ropa era a mí. Si todos hacían maldades en la clase, cuando la maestra se volteaba, al único que descubrían era a mí. Y así, hasta que pude salirme de Cuba, no me desprendí de ese don tan especial.
Para no hacerles esta primera historia tan larga, la primera novia —que se enteró que era mi novia—, que tuve en 7mo grado resultó ser la hija de Cañitas, alguien que era dueño de la provincia de Cienfuegos y que mandaba a todo el mundo pa’la caña. Como yo no tenía un papá adinerado ni era de la elite de la sociedad, pues podrán imaginarse que duré de novio lo que dura un merengue en la puerta de un colegio. Así pasé la secundaria. Yo era el más chico de edad y de tamaño de toda la secundaria Básica Frank País. Era algo así como una especie de mascota al que los más grandes de tamaño y de edad me daban protección. Era tan flaco, que yo creo se creían que el viento me iba a tumbar si soplaba muy fuerte. Pero gracias a esos amigos, hasta crecí haciendo maldades y conociendo las cosas buenas de la vida, la primera cerveza, la primera borrachera, la primera, la segunda, y dos que tres novias más.
Al llegar al décimo grado me acorralaron contras las cuerdas. Yo que quería ser ingeniero textil e irme a estudiar a la antigua Checoslovaquia, terminé dando al paso al frente —por culpa de una prima,  de la que jamás me olvidaré— al tercer contingente del destacamento pedagógico Manuel Ascunce Domenech. Y fue ahí, donde alcancé la fama y el mayor grado que otorga la Real Academia de los Salaos…
Nunca me olvidaré de aquel evento que me dio el pase directo al salón de la fama de la Universidad. Durante la presentación de mi tesis de grado para obtener el título de Licenciado en Física y Astronomía, en medio de la exposición —de tan nervioso que estaba—, se me salió un siniestro peo que embriagó a todos los presentes, quienes entre risas, exclamaciones y casi renegridos por la asfixia, abandonaron la sala magna de conferencias por más de cinco minutos, esperando que la rancia fetidez se esparciera por completo…
Y a pesar de que fui uno de los mejores estudiantes de mi grupo, nadie me recuerda por eso. Sin embargo, junto a las memorias imborrables de aquel recinto, y acompañando a otras menciones que estampaban visitas de catedráticos famosos —nacionales y extranjeros—, todavía perdura una muy pequeña, pero bien vistosa placa, que dice: «20 de Junio de 1979. Fecha memorable que marca el día que Pepe el Salao se tiró un peo que superó con creces al peo de Atanasio». Sólo le faltó que declararan esa fecha, como día de celebración nacional o asueto en la Universidad Central de Las Villas.
CONTINUARÁ.

El Blog de Pepe el Salao



Hoy 20 de septiembre, empieza una nueva etapa de este blog, que el próximo mes va a cumplir 6 años de existencia. Con altas y bajas, con diferentes nombres, con diferentes estilos. Pero hace un año nació este personaje de Pepe el Salao con la salida de la primera parte de Epitafio para un Sueño y es por eso que a partir de este momento le cedemos todo el mando a Pepe como un tributo a todos los cubanos de a pie.

Pepe somos todos los cubanos a pie; “Salao” por la naturaleza que nos da el haber nacido en Cuba, bajo esa horrible dictadura a la que el comandante llamó Revolución.

Pepe es el cubano que empieza siendo manejado, manipulado, avasallado, oprimido, y un buen día descubre que ha vivido bajo el manto de una horrible mentira. Pepe es el cubano que depende de una guagua, de una bicicleta, el cubano que vivió 18 horas de apagones y que abre el refrigerador y no encuentra lo que quiere comer. Pepe es el cubano que sobrevive en un sistema que lo ha perdido todo, hasta la credibilidad. Pepe es el cubano que no puede irse de vacaciones a un hotel nacional porque solo son para turistas extranjeros. Pepe es el cubano que estudió una carrera universitaria y una vez que se gradúa tiene que trabajar en lo que el gobierno quiera y no donde él se sienta satisfecho; lo mismo puede ser barman, merolico, vendedor de pan con lechón, o destilador de calambuco. Pepe es el cubano que vio a una hermana, a una amiga o incluso a su propia mujer, meterse a jinetera para conseguir unos cuantos dólares y tener una vida diferente. Pepe es el cubano que ganaba en moneda nacional y tenía que comprar en dólares. Pepe es todo aquel que no claudique ante la dictadura y que haya decidido a cualquier precio conocer la libertad.

A partir de este momento, Pepe intentará de una manera incansable, intentar que el cubano retome la lectura y conozca toda la verdad de un sistema que intentó hacernos creer que el socialismo era el paraíso al que todos los países tenían que llegar y creo que ejemplos sobran para reconocer, y creo que ya es hora, de que el socialismo solo conduce a la miseria y a la usurpación de lo más preciado que tiene el ser humano; La Libertad.

Sea pues bienvenido AL BLOG DE PEPE EL SALAO.

sábado, 18 de agosto de 2018

CONFESIONES DEL LOBO DE CAPERUCITA.


Pues sí, yo soy el Lobo, el villano de ese cuento tan popular que ha recorrido el mundo y al que lo hacen ver tan malo y feroz, al extremo que nadie me quiere. Algo así como el D.J. Trump de los cuentos infantiles. Pero ¿qué creen? Pues, sí, todos ustedes han sido manipulados y engañados por los medios de comunicación, porque estoy seguro, que ninguno o muy pocos de ustedes conocen la verdadera historia de este cuento. Y den las gracias a Carlos, porque por él es que he accedido a dar esta declaración a los medios que nunca antes había hecho. Empiezo pues…

No fue Perrault el primero en la idea de escribir este cuento, aunque si fue el primero que recogió la historia y la incluyó en un volumen de cuentos para niños por allá del año 1697, en el que destacaba sobre los otros por ser, más que un cuento, una leyenda bastante cruel, destinada a prevenir a las niñas de encuentros con desconocidos —Así que fíjense desde cuando viene esto del abuso infantil—, y cuyo ámbito territorial no iba más allá de la región del Loira, la mitad norte de los Alpes y el Tirol. (pa’que vean que soy un ducho en geografía politica)

La idea original fue de un tipo con menos escrúpulo que me vio fortachón y además negro y me dijo —: Tú eres el gallo—. Bueno, más bien el lobo y escribió esta historia con elementos más perturbadores. Yo, ya disfrazado de abuelita invito a Caperucita a comer carne y sangre, pertenecientes a la anciana a la que acababa de descuartizar, y después de habérnosla comido completa, la obligué a acostarse conmigo desnuda —después de hacerle quemar toda su ropa.

Como ven esta versión me hacía ver como un asesino sin escrúpulos, como un caníbal, y además tenía toques pornográficos con escenas de sexo muy candente —me recuerdo que tenía una leyenda que decía: Lenguaje de adulto, escenas de sexo y no apta para menores de 18 años)

Perrault  suprimió estos elementos de la primera versión e hizo una versión más «ligth» queriendo dar una lección moral a los jóvenes que entablaban relaciones con desconocidos, añadiendo una moraleja explícita, inexistente hasta entonces en la historia aunque, al contrario de la versión posterior que hicieron los hermanos Grimm, la de Perrault no tenía un final feliz. Ahí me jamé a la abuelita y la caperucita, pero sin tener nada de sexo. ¡Pinche Perrault!

Fue en 1812, que los hermanos Grimm, dieron otra vuelta de tuerca a la historia. Retomaron el cuento, y escribieron una nueva versión, que fue la que hizo que Caperucita fuera conocida casi universalmente, y que, aun hoy en día, es la más leída. Es en esta versión donde aparece la figura del leñador, que salva a la niña y a su abuelita y me empieza a disparar hasta que me jodió. Me dio un tiro en una pata y fue entonces que empecé mi incansable lucha por el control de armas, y como fracasé en todos los países por lo que pasé, fue entonces cuando por allá de los 60’s cuando El Cenicero, declaró el carácter socialista de la revolución cubana y le quitó las armas al pueblo, me dije —: Lobo, de ahí somos—, y me fui a vivir para Cuba.

¡Qué maravilla! Ñooo. Ahí se podía vivir sin trabajar y vivir del invento. Me compré una guitarra y me puse a cantar por las calles del pueblo al que me fui a vivir —No sé si ustedes lo conocen. Se llama Cienfuegos—, y ahí para embarajar la talla —para ese tiempo ya había aprendido hablar cubano, así que de aquí pa’lante ya se lo traduciré textual—, me metí al movimiento de la nueva trova y pues fue un vacilón. Por el día, me sentaba en un banco del prado, cantaba par de canciones que escribía usando temas de actualidad revolucionaria, me regalaban unas monedas y me paraba y me iba a sentarme a otro lugar. Por las noches iba a tocar a cualquier galería de arte, o a algún evento que organizaban, en algo que llamaban CTC, y así me ganaba mis kilitos pa’comprar lo que me daban por la libreta. ¡Qué buena idea esa de la libreta! Nunca antes había visto nada parecido. A todo el mundo le daban una ración controlada de comida que tenía que durarte todo el mes. Eso, la verdad que me ayudó mucho a bajar de peso y me puse en talla. Ñooo, todas las jevitas me decían —: Negro, llévame contigo a la oscuridad, donde no se vea no sea ná… Y fue ahí donde empezó mi vida de galán. Bonito y cantante, pues ya podrán imaginarse a cuantas jevitas me pasé por la chaguara… a todas les decía —: Bianca, el día que me dejes vas sufrir como nadie.  
Bueno, vuelvo a la historia. Todo iba muy bien hasta que llegó el año 1970. Ahí empezaron mis desgracias. Me dijeron en la casa de la nueva trova —: Oye mi negro, tienes que irte pa’la caña—. No sé si ustedes se acuerdan pero en esa época a loco se le ocurrió decir que «los 10 millones van» y todo el mundo tenía que dejar lo que estaba haciendo e irse pal’corte.  Y si a eso le suman que en Cienfuegos había un jefe del partido al que le decían Canuto o Cañita por eso de que tenía un pedazo de caña atravesao en la cabeza, pues podrán imaginarse como se puso la cosa de fea. Ahí me sublevé y dije —: Ni pinga. Yo no vive pa’Cuba pa’estar cortando caña y además yo no quiero ser millonario ni esa fana—, y que me agarró la ley esa de recogida de los vagos y me mandaron pa’la UMAP.

Lo único bueno de recuerdo que tengo de esos campos de concentración, fue que conocí a gente muy linda. Pero coño, nos trataban a patá por el culo a todos. Bueno ustedes saben todo lo que se vivió en esas Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Fue un infierno. La veldá. Son cosas de las que no quiero acordarme. Me levantaban a las 5 de la mañana y a cortar caña hasta que se fuera el sol. De Pinga… pa’qué les cuento.

Ya para cuando salí de ese infierno, volví con mi guitarra y a mis andanzas hasta que llegó el famoso periodo especial en tiempo de paz y apareció la nueva y última versión de la caperucita que circula por el mundo. Debo confesarle que desde ahí me fue más mal “entodavía”. Que he estado loco por salir echando de aquí, pero no he podido encontrar a nadie que me reclame y salirme de esta mierda. Debo también confesar que he sido víctima de abuso, de acoso sexual y hasta he sido bulleado por esa niña a las que todo creen una santa. Pero la realidad es otra… Si me permiten, les cuento también esta historia.

¿Dónde me quedé? Ah… ya me acordé. Estaba en esa época donde todos nos volvimos especiales. Ñooo caballero, ese Periodo Especial fue un tormento. Imaginen por un momento como puede sobrevivir un lobo, con picadillo sin carne. Es algo así como comer un flan sin leche. Definitivamente tuve que ponerme pa’las cosas. Yo, que ya tenía un master en invento, aquí sí logré mi doctorado.

Fue entonces que me dije—: A ver Lobito, tienes que ponerte a hacer lo que tú sabes hacer bien—.Y fue entonces que después de mucho tiempo volví a ser el Lobo de Caperucita Hablé con un amigo —que por allá de los 80’s protagonizó una serie de televisión en la que los Policías eran los buenos, y nosotros los del invento, éramos los malos—, que además de la actuación le entraba a eso hacer guiones para teatro y le dije:
—Acere. Necesito que me escribas la nueva versión de La Caperucita Roja, pero que no tenga nada que ver con esas historias que escribieron Perrault y los hermanos Grimm.

—Coño Negro, ¡Qué buena idea! Creo que estos tiempos que vivimos, hay que mostrarle al mundo que el Lobo no es tan feroz como lo pintan. Es hora de empoderar a la Caperucita y así quedamos bien con el sistema. Una mujer es arrinconada a hacer cosas inmorales por culpa de un sistema inepto y corrupto que es incapaz de salvaguardar la vida de su gente.

—Acere ¿y si nos meten en Cana…? Ya yo no quiero estar allá adentro man. Si aquí afuera pasamos hambre, imagínate en Ariza. No, no me gusta esa idea.

—Negro, entiende. La Gestapo verá esto como un alineamiento nuestro a alcanzar el igualitarismo pleno. Ya basta que la mujer sea usada por el hombre. Hagamos que ella sea la que nos use. Hagamos ver al hombre como un pendejo, un trajín, un mequetrefe… Convirtamos a Caperucita en una reina de la noche.

Les confieso que no me gustó mucho la idea. Y ustedes saben por qué. Hoy día en las redes sociales, hay que andar bien contenido. Como dice mi amigo el Machín —no porque sea machista sino porque así se apellida—. Y es muy cierto. Si dices negro, te tildan de racista. Cuando en Cuba siempre hemos usado esa palabra de cariño y como expresión de la cubanidad —oye mi negra, oye mi negro—. Si mencionas la palabra Jinetera, no lo ven como estás hablando de las que se prostituyeron, y se creen que uno está generalizando que por salirte  de Cuba y casarte con un extranjero ya tienes la etiqueta. No señores, ni señoras, cubanos y cubanas, cienfuegueros y cienfuegueras —imitando ese nuevo estilo de abolir el gentilicio y de entrar en la moda de lo políticamente correcto—. ¡No! La cosa no va por ahí. Cuando uno habla de jineteras, no pretende ofender a esas chicas que tuvieron que prostituirse para vivir y sobrevivir. Al contrario, se trata de criticar a un sistema que abandona a ese pueblo al que tiene esclavizado. No es para etiquetar a todo aquel que se empató con una gringa o con un Pepe —así les decían a los españoles— para poder salirse de Cuba. Sean coherentes y lean para divertirse y no para verse reflejado.

Y bueno después de esta catarsis políticamente incorrecta, les digo que fue así como surgió la nueva versión de la historia, titulada:

La Caperputita roja, el Lobo Mandilón.
(Narrado por el lobo en primera persona)

Érase una vez en una pequeña pero hermosa ciudad, situada al centro sur de Cuba, había una tremenda jeva, de la que todo el mundo enamoraba a primera vista por lo buena y bonita que estaba. Siempre andaba con una minifalda roja, una blusa roja bien escotada y unos zapatos de tacones, también rojos. Como se veía tan bien,  y atraía a muchos clientes, todos los días se vestía así —no porque tuviera una sola muda de ropa, sino que todas sus mudas eran iguales; por esa razón, todos la conocían como LA CAPERPUTITA ROJA.

Un buen día la madre le dijo:
—Mira Caperputita Roja, aquí tienes un poco de picadillo de soya, un trozo de pan viejo y una botella de vino casero que hizo tu papá  para que se la lleves a tu abuela, anda malita y necesita reanimarse. Arréglate antes de que te agarre la noche, y no te vayas a tomar el vino por favor.
—Sí, mamá —asintió La Caperputita con cara de fastidio—. Mamá, yo tomo mejores cosas que ese vino casero que hace Papá.

La abuela vivía en Reina, y la casa de la Caperucita estaba en la Juanita. Así que para llegar a casa de su abuela tenía que atravesar casi toda la ciudad.

Yo, a esa hora siempre andaba sentado en un banco del prado, con mi guitarra en mano y al verla pasar caminando meneando su cinturita le dije:

—¡Buenos días, Caperputita Roja! ¿A dónde vas tan bonita? —pregunté.
—¡Qué bolá, acere! Ya sabes, lo de siempre. Ahora voy a casa de mi abuelita a llevarle esta jabita que le manda mi mamá y después a darle duro. Tu sabes que hace falta el fula, y la cosa está dura.
—Ñooo amiga, si quieres te acompaño y después te invito a mi gao, está ahí en reina, en un biplanta que me dieron por el sindicato. Dame chance, yo te puedo pagar lo mismo que te paga un tío de esos.
—Acere, desmaya esa talla. Tú tendrás fulas, pero no eres yuma. Me acuesto contigo y me pagas, sí, pero contigo no me puedo salir de esta mierda.
—Coño Caperputita, no seas igual que este gobierno que discrimina al cubano por el turista. A mí con fula no me dejan entrar a un hotel por no ser extranjero. Ya estás cayendo en lo mismo. Mis dólares valen lo mismo. No seas mala, anda, déjame echarte un polvo.
—Te dije que ni pinga. Entiéndeme negro, yo lo que quiero es largarme de este país, y tú no me puedes dar eso. Pero mira, para que veas que no soy tan mala gente. Déjame hacer mi luchita y si no consigo nada entonces te caigo en tu gao. ¿Te parece?
No saben qué clase de sonrisa dibujé en mi boca de lobo.  La Caperputita se fue a hacer lo que tenía que hacer en casa de su abuelita y como a las 7 de la noche se fue a buscar a un punto por allá del muelle real. Yo me fui pa’l gao y como a las 11 de la noche tocaron a mi puerta.

No tienen una idea de la cara que puse cuando abrí y ante mis ojos vi a la mismísima Caperputita.

—No lo puedo creer —dije casi temblando.
—Bueno qué… ¿Me dejas pasar o te vas a quedar ahí pasmado? No vine a que me cantes ninguna canción, vine a trabajar. Son $40 fulas y por adelantado.
—Ñoooo amiga, hazme una rebajita. Imagina que yo fuera tu padrote, al que le pasas $10 fulas por buscarte al punto y después pagas $5 fulas por un cuarto… descuéntame $15 y te prometo que si te gusta el trabajito que te voy a hacer, podemos hasta hacer negocios juntos.  
—Fíjate que no es mala idea. Ya la pura me está haciendo la vida imposible. Así que convénceme y hasta me vengo a vivir contigo.
El reto era divino. Así que entramos y sin mucho preámbulo nos fuimos a mi cuarto, me desnude y me acosté en mi cama. Al verme Caperputita exclamó:
—Oh, Lobito, ¡qué orejas tan grandes tienes!
—Para así, poder oír mejor tus ayes y gemidos —le comenté.
—Oh, Lobito, ¡qué ojos tan grandes tienes!
—Para así, poder ver mejor tu escultural figura —dije mientras abría más mis ojos.
— Oh, Lobito, ¡qué manos tan grandes tienes!
— Para acariciarte mejor —respondí ya casi excitado.
—Oh, lobito, ¡qué boca tan grande tienes!
—Para besarte mejor —susurré.

Y cuando la vista de la Caperputita bajó hasta mi entrepiernas grito:
—Oh, Lobito ¡qué cosota tan grande que tienes!... pero para que hagamos algo, primero bañate lobito que apestas a rayo…

Primer ataque… me fui a bañar. Me di una ducha de casi media hora y Salí del baño dispuesto a todo. El agua helada me había relajado y me había hecho recuperar también mi confianza.  «No es fácil hacer un papelazo en un primer encuentro amoroso. Y más con una mujer como ella» Pensé.

Mientras secaba mi cuerpo me acerqué a los pies de la cama. Ella me esperaba acostada. Su mirada tierna pero penetrante, me lo decía todo. Sonrió mostrando su dentadura que a pesar de no ser perfectamente pareja la hacía lucir en extremo sensual.
Con un movimiento muy estudiado descorrió las sábanas blancas y mostró su apetecible figura.

Su cabello castaño reposaba sobre su piel blanca salpicada de una multitud de pecas que cubrían parte de sus hombros y el torso, simulando al firmamento lleno de disímiles estrellas. Un firmamento por el que justamente me disponía a navegar.
Todo en ella brillaba y armonizaba a la justa medida. Pecas sin pecado, piel de terciopelo, senos magistralmente operados pero hermosos y convencidos a no ceder bajo el influjo de las leyes gravitacionales. Pezones que irradiaban la misma sensualidad que esos que solo había visto en películas, abdomen liso y firme, piernas perfectamente talladas y unos brazos que sostenían lo que más me había impresionado de ella. Sus manos.

¡Qué manos! Hechas para hablar con su finura y transmitir energía a lo que tocan. Manos hechas para inundar de ternura sus caricias y dibujar en el aire el don divino que poseían.

― Quiero que beses el interior de mi vientre. ― me dijo mientras deslizaba sus pies sobre la cama elevando sus rodillas al tiempo que abría lentamente sus piernas. ― ¿Crees que puedas hacerlo?

― Trataré ― respondí sonriente aunque por dentro mi osamenta temblaba.
Me incliné y apoyando mis rodillas en la cama fui a gatas hasta acercar mi bocota a su entrepierna. Su cuerpo temblaba, pero el olor a hembra provocó el clic perfecto para que cerebro y sexo se interconectaran. Me miré hacia dentro implorándole a los dioses permitirme realizar un exitoso desempeño.

El reto era ambicioso. Besar el interior de su vientre implicaba… NO MAMEN, me pasé, esto parece una película erótica y no el cuento de la Caperucita Roja… Así que no se crean que les voy a contar lo que le hice. No, los hombres lobos no tenemos memoria. Basta con resumir que le besé hasta la sombra…Y un poco más —a caray, creo que eso es de Arjona.

Bueno para no hacerles el cuento tan largo… hasta nos casamos y a partir de ese momento me convertí en su chulo. No más que no imaginé lo que se venía después.
Noche por noche, salíamos y yo le buscaba sus puntos, nos íbamos p’al gao y lo único que podía hacer era mirar hueco. Eso del poliamor no se los aconsejo. Cuando tu dejas que pasen esas cosas de compartir tu pareja, si aparece uno que le haga un trabajito mejor que el que tú hacías, valiste madre.

Y así fue. Caperputita se enamoró de un Italiano, se piró y me dejó como un perro callejero, porque hasta me chivatearon los del comité, me metieron cana 6 meses por jinetero y hasta perdí el gao.

Y aquí me tienen, haciendo las crónicas de mi fracaso y contándoles la historia de un Lobo, que de feroz, pasó a ser trajín, bulleado y hasta menospreciado por aquella bella dama me cambió por un puñado de fulas.

Ah, se me olvidaba, por favor… si alguien puede ayudarme a conseguir una visa para la Yuma, ayúdenme… yo canto, actúo, recito, y hasta cuento cuentos. Lo único que no se hacer es trabajar… pero sáquenme de aquí. Igual los ayudo a organizar manifestaciones contra el control de armas, o protestar cualquier cosa que diga el 45 o hasta desfilar en pro de los derechos de los animales o de cualquier cosa que quieran. Soy muy bueno pal’invento y pa’todo en lo que no haya que pinchar. Eso sí, les garantizo que no tengo nada que ver con el Hombre nuevo y que no me iré pal Yuma como político ni nada por estilo.

Los veo en el próximo post. Si Dios quiere.

miércoles, 15 de agosto de 2018

BLANCAMUEVE Y SUS 7 MARIDOS.




ANDAR CIENFUEGOS CON UN POCO DE HUMOR Y SARCASMO CON EL CUENTO: BLANCAMUEVE Y SUS 7 MARIDOS.
(Cualquier parecido con la realidad es pura realidad)

Hay personas que nacen con la música en la sangre. Y como sucede con casi todos los cubanos, así era Blancanieves. Cuenta su padre, que desde niña era así y que recuerda con mucho cariño que el primer día que la niña fue a la escuela primaria William Soler (Antiguo Elisa Bowman), ese día se buscó su primer reporte por mala conducta. Y sí, transcurría el primer matutino al que asistía la niña y después que la directora pidió a todos ponerse en atención para escuchar las notas del Himno Nacional y esté empezó a sonar en todas las bocinas de la escuela, Blancanieves comenzó a bailar moviendo la cintura sin parar. Desde ese día, todos la apodaron Blancamueve.
Con los años, Blancamueve fue creciendo y convirtiéndose en eso que hoy llamamos el mejor invento surgido de la mezcla del español con africano. Sin dudas, una autentica mulata guapachosa y sandunguera a la que no le faltaba nada. Todo en ella encajaba con singular alegría. Cara linda, buenos pechos, exuberantes nalgas, y un zalamero andar que cualquier hombre o mujer que pasaba por su lado, tenía que seguirla con la vista y dejar escapar un incontenible ¡Wuao!
Siendo aún muy pequeña su madre se anotó como escoria y después de recibir un detestable “acto de repudio” —organizado por su propio marido— se piró por El Mariel hacía Miami, cuidad en la que hoy vive la señora. Poco tiempo después, su padre volvió a rehacer su vida al lado de otra mujer. La madrasta de Blancamueve era una terrible chivatona, presidente del Comité de Defensa de la Revolución, quien por razones muy obvias, la envidiaba muchísimo a causa de su belleza. Cuentan en el barrio de San Lázaro que La madrasta de Blancamueve poseía un espejo mágico que era capaz de decirle, además de quien era la mujer más guapa del barrio, quien hacía negocios ilícitos, quien vendía carne de res, y quien hablaba mal de la revolución. Sin dudas, la señora era una verdadera pesadilla para los «bisneros» del barrio.
Cuentan también las malas lenguas que la Madrastra siempre muy confiada le preguntaba a su espejo:
— Ohhh espejito mágico, ¿podrías decirme tú, quién es jeva más buenota de Cienfuegos?
—Eres tú mi señora, la más bella de todas —el espejo respondía ante la petición de su ama.
Hasta que un día, con el paso de los años la respuesta del espejo no fue la que ella acostumbraba a escuchar sino que en su lugar dijo:
—Mi señora todavía tú sigues estando muy buenota y linda pero, siento decirle que ya Blancamueve te ganó.
Al escuchar aquella respuesta la mujer enfureció muchísimo pues no entendía que Blancamueve fuese la más hermosa.
Debido a esto reunió a todos los miembros del comité de la cuadra, que como ya les he dicho ella presidía y les dijo:
—A ver, cabrones. Hace unos instantes el espejo mágico me ha revelado que ahora Blancamueve está más buena que yo. Es por esto que les ordeno que la capturen, la lleven para el manglar de la doble vía, la hagan pedacitos y la echan al río y para estar segura de que cumplieron la orden, me traen su teléfono celular.
Todos los vecinos, ante tal orden, fueron en busca de la joven y al encontrarla le propusieron ir a dar un paseo hasta el final de la calle Gloria, ya casi junto al manglar. Mientras daban el paseo, todos los tipos —que estaban todos enamorados de Blancamueve— le contaron los planes macabros de su madrastra y le pidieron que huyera y le pidieron a la hermosa mulata que les diera su celular, pasaron por Etecsa, le pusieron una recarga de 20 CUC y se lo llevaron a la chivatona madrastra que al ver el celular exclamó:
—¡Qué maravilla! Con este iPhone de $900 dólares si podré estar conectada con el mundo y con mi agente del G2, además de que vuelvo a ser la jeva más buenota de Cienfuegos.
La pobre Blancamueve empezó a caminar por la doble vía, rumbo a Pastorita, hasta que encontró una pequeña casita y entró. En el interior todo era muy pequeño, había una mesa muy chiquitica, 7 sillitas y 7 camitas. De momento pensó que había entrado a un círculo infantil, pero no. Recordó con agrado que el círculo estaba justo en la entrada de Cienfuegos. Muy cansada y desconsolada, Blancamueve tenía mucha hambre así que se comió todo lo que había en los siete platitos y después se acostó sobre las siete camitas… y se quedó dormida.
Para no hacerles el cuento muy largo, la casita a la que Blancamueve había llegado tenía dueños, y no eran nada más y nada menos que siete enanitos. Al llegar estos a la casa se percataron como la hermosa mulata dormía tan placenteramente sobre sus camas. Uno de ellos exclamó:
—¡Ñoooo acere, está buenisima! Miren que clase de c….
—Sí, está descomunal —respondió otro de los enanos—. Podría quedarse a vivir con nosotros. Quien quita y nos…
No terminó de decir lo que estaba pensando porque en eso, Blancamueve se despertó.
—Hola, perdón por haber invadido su casa. 
—No hay problema mulata, te puedes quedar a vivir con nosotros, sin lio. A fin de cuenta somos unos niños.
Y diciendo esto, los 7 enanitos empezaron a quitarse a la ropa (como eran niños) para irse a bañar.
Cuando Blancamueve los vio en cuero exclamó sin pensarlo dos veces:
—Wuao, ustedes serán ñiños y serán lampiños, pero esos penes y esos huevos no son de niños. Así que de aquí soy…
Y así sucedieron las cosas. Blancamueve se casó con los 7 enanitos y fueron muy felices los 8 y desde ese día en aquella humilde casita (ya remodelada y agrandada) los enanos cantan:
Y si con otro te mueves «sabrocho…» 
Vamos a ser feliz, vamos a ser feliz 
Felices los 8 
Te agrandamos el chocho…
Y vamos a ser felices los 8.
Y a mí no me crean mucho, porque no estoy yo ni para contarlo ni ustedes para creerlo, pero dicen las malas lenguas que esta historia fue la que inspiró a Maluma para componer su asqueroso reggaetón…que hoy bailan los niños en las escuelas primaria, y que por suerte ya no gritan “seremos como el Ché” pero Ppara desgracia, si mueven sus cinturas de una manera grotesca al compás de “seremos felices los 4”. Válgame Dios. ¿Educación gratuita...para esto?
Dicen también, que la mamá de Blancamueve los reclamó a los 8, y se los llevó pal Yuma donde hoy vive la familia completa. Y para que comprueben que tan buen corazón tiene Blancamueve, dos años después de haber llegado a los Estados Unidos, reclamó a su papa y hasta a su madrastra, quien después de chivatear a tanta gente y de haber intentado matar a Blancamueve, hoy se encarga de promover el intercambio cultural y de llevar a todos los grandes «esclavos reggetoneros» a ganarse unos dólares a Miami, para después gastárselos en la Isla y seguir llenando las arcas de la dictadura.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero el reggaetón… ese sí que nos ha contaminado.

domingo, 12 de agosto de 2018

LA CENICIENTA. VERSIÓN CUBANA



ANDAR CIENFUEGOS CON UN POCO DE HUMOR Y SARCASMO CON EL CUENTO: LA CENICIENTA.
(Cualquier parecido con la realidad es pura realidad)

Hubo una vez, hace mucho, pero mucho tiempo, por allá por Cienfuegos una chica muy linda, tan linda que no tengo las palabras, ni los adjetivos apropiados para poder describirla. En el barrio, todos la llamaban Cenicienta, por su gran parecido con la protagonista del famoso cuento infantil.

Cenicienta era pobre (como todo el mundo lo era en Cienfuegos después que triunfó otro cuento, este de terror, al que llamaron Revolución), no tenía padres (porque en el año 94 intentaron fugarse en una balsa para la Yuma, pero desgraciadamente nadie supo nada de ellos) y desde entonces, vivía con su ahora Tía-Madrastra, una mujer viuda muy cascarrabias que siempre estaba enfadada y dando órdenes y gritos a todo el mundo. Cuentan las malas lenguas que la señora poseía un síndrome llamado ESPORNOSI, un mal caracterizado por brotes continuos de histeria que pueden poseer, tanto hombres como mujeres, cuando llevan mucho tiempo sin tener sexo y por supuesto, sin sentir un orgasmo. En el lenguaje callejero este síndrome era conocido como “Es por no singar”

Se dice también que esta Tía-Madrastra era presidente de una organización de masas (que nada tenía que ver con masas comestibles) denominada C.D.R. que se dedicaba a vigilar y chivatear a todo el que vivía en la cuadra.

Con la Tía-Madrastra también vivían sus dos hijas, que eran muy feas e insoportables. Además de poseer distinguidas cualidades típicas del hombre nuevo (Chivatas, breteras, chismosas, enredadoras, envidiosas y por supuesto, al servicio de la tiranía). Lo mismo chivateaban en la cuadra donde vivían que en las escuelas donde habían estudiado. Su afán de hacer daño, era un mal congénito. A tal extremo que se dedicaron a difamar a la Cenicienta, diciéndoles a todo el mundo que era una chica fácil y que a todo el que llegaba a la casa se le sentaba en las piernas. Su principal objetivo era opcara la belleza y la reputación de Cenicienta y que los galanes machistas no se fijaran en ella…, de ahí que la apodaron “La Setesienta”. Y así regaron la bola por todo la cuadra, y la bola fue creciendo y creciendo hasta que todos la llamaban La Setecienta.

Cuentan que esta hermosa chica, era la que hacía los trabajos más duros de la casa, como por ejemplo limpiar los baños, la cocina, el patio y hasta mantener impecable el jardín. Planchaba, lavaba y se la trataban como a una autentica criada. Tampoco tenía amigos, solo a dos amigos imaginarios, muy simpáticos a los cuales les contaba todos sus sufrimientos y a los maltratos a la que era sometida por parte de su familia adoptiva.

Un buen día, sucedió algo inesperado; el Delegado de la Circunscripción del barrio de Punta Gorda, hizo saber a todos los habitantes que invitaba a todas las chicas jóvenes a un gran baile que se celebraría en Palacio de Valle, para seleccionar a la chica más hermosa de la Circunscripción y de paso, encontrar una esposa para el hijo del Primer Secretario del Partido de la provincia de Cienfuegos; para casarse con ella y convertirla en la princesa de Punta Gorda. La noticia llego a los oídos de La Setesienta, y se puso muy contenta. «Al fin podré librarme de esta familia tan castrante». Pensó.

Por unos instantes soñó con lo que implicaba ser la futura esposa del hijo del Primer Secretario del Partido:

«Coño, ahora podré pasear en un lada 2107, podré ir a varadero en Vacaciones y visitar los mejores hoteles de Cuba al cual solo pueden ir los extranjeros, podré ir a las casas de visitas en las mejores playas de Cuba, no pasaré hambre, tendré chofer que para que me lleve a todas partes y sobre todo poder irme a estudiar una carrera al extranjero en países capitalistas y vivir como toda una primera dama, usando el dinero del gobierno. ¡Eso sí que es vida!» pensaba y comentaba La Setesienta con sus dos amigos imaginarios. Pero ella sabía que no le sería fácil poder asistir al gran baile, porque ya su Tía-Madrastra le había dicho—: Tú, Setesienta, no irás al baile del Delegado, porque te quedarás aquí en casa haciendo lo que siempre haces, limpiando, lavando y cocinando para cuando nosotras volvamos podamos comer esa rica comida que es lo único bueno que sabes hacer bien.

Esa noche, nuestra hermosa Setesienta lloró en su habitación desconsoladamente. Estaba muy triste porque ella quería ir al baile y conocer al hijo del primer secretario del PCC.

Al cabo de unos días llegó la esperada fecha. La Setesienta veía como sus primas-hermanastras se arreglaban y se intentaban poner guapas y bonitas, pero era imposible, porque eran tan feas que en realidad le metían miedo al susto. «Ñooo, parecen brujas», pensaba La Setesienta mientras las ayudaba a vestirse.

Al llegar la noche, su Tía-Madrastra y hermanastras partieron hacia el palacio de Valle, y La Setesienta, sola en casa, una vez más se puso a llorar de tristeza. Entre llanto y llanto, dijo en voz alta—: ¿Por qué seré tan desgraciada? Por favor, si hay algún ser mágico que pueda ayudarme…—decía La Setesienta con desesperación.

De pronto, sucedió algo increíble; se le aparecieron sus amigos imaginarios acompañados de un grupo numeroso de amigos que acababan de pasar por la shoping y traían ropa y zapatos para la Setesienta. Uno de ellos se dirigió a ella con voz muy ronca.

—Mira Setesienta, nojotros nos dedicamos al bisne del tráfico de divisas y estamos muy bien conectados, así que no tienes de qué preocuparte. Aquí tienes este vestido —dijo mientras señalaba a uno de sus amigos que portaba una bolsa con el vestido. Al ver la cara de la chica como se trasformaba en alegría, dibujó en su rostro una sonrisa de oreja a oreja que permitía mostrar su horrible diente de oro.

—Este es un vestido de $40 dólares, con esto vas a dejar ciego a toda esa bola de muertos de hambres que van a estar en ese baile, sobre todo al hijo de quien tú sabes…—le dijo el chico que traía el vestido.

—Y aquí tienes el mejor par de tacones que se va a lucir esta noche en ese baile —volvió a hablar el del diente de oro al tiempo que hacía señas a otro joven de unos 20 años que venía en el grupo.

El joven se los entregó y cuando Setesienta los sacó de la caja quedó pasmada del asombro. Unos zapatos espectaculares con unos tacones de casi 15 cms de alto y una belleza inigualable.

El del diente de oro les hizo señas a dos muchachas que venían en el grupo para que se llevaran a La Setesienta y la ayudaran a vestirse y maquillarse mientras ellos, el resto de la pandilla, se iban hacía donde habían dejado estacionado un Moskovish color rojo muy maltratado.

No hubo uno de ellos que no hiciera una señal de asombro cuando vieron ante sus ojos a La Setesienta. Se veía reluciente, espectacularmente hermosa. Todos incluyendo a las chicas mostraron una sonrisa de satisfacción y alegría.

Fue entonces que el tipo del diente de oro se acercó a la Setecienta y le dijo:

—Setesienta, ten en cuenta una cosa muy importante: A las 12 de la noche, tienes que salir corriendo de la fiesta. Nojotros te vamos a estar esperando afuera, porque a las 12:15 es el cambio de turno en la shopping y tenemos que entregarle estas ropas a un amigo que trabaja ahí para que al hacer el inventario de fin de turno, no lo vayan a meter preso porque tenga algún faltante. ¿Tú me entiendes?

—Entendido —dijo la Setecienta, al tiempo que se subía en la parte trasera del Moskovish y el nagüe del diente de oro se la llevaba a toda velocidad para el baile.

Cuando La Setesienta llegó al palacio de Valle, causo mucha impresión a todos los asistentes, no había ninguna de las concursantes que mostrara tanta belleza, La Setesienta estaba preciosa e incomparable a ninguna.

El hijo del primer secretario del PCC, no tardó en darse cuenta de la presencia de esa joven tan bonita. Se dirigió hacia ella y le preguntó si quería bailar. La Setesienta, le dijo —: si!, claro que sí!—, y estuvieron bailando durante casi dos horas, ante las miradas de envidia del resto de las chicas aspirantes a novia, que el chico ni, sin tan siquiera, miró.

Las hermanastras de La Setesienta no la reconocieron, debido a que ella siempre estaba sucia y mal vestida, incluso se preguntaban quién sería aquella chica tan preciosa.

Pero de repente cuando la Setesienta se dio cuenta que eran casi las 12 exclamó:

— ¡Oh, Virgen del miembro! ¡Tengo que irme! —le dijo a su príncipe azul y salió a toda prisa del salón de baile, bajó la escalinata del chalet de Valle perdiendo en su huida uno de sus zapatos, que el chico encontró mientras corría detrás de ella. Lo agarró en sus manos, los olió y exclamó:

—Búsquenla.

A partir de ese momento, el hijo del primer secretario ya sabía quién iba a ser la futura esposa que lo acompañaría a disfrutar de todas los beneficios que le daba la revolución a sus dirigentes y sus familiares. El problema estaba en cómo encontrarla.

Fue entonces, que para encontrar a esa bella joven que parecía que se la había tragado la tierra, el hijo del Primer secretario del PCC ideó un plan. Se casaría con aquella chica que pudiera calzarse el zapato que había encontrado y celosamente guardado.

Envió a sus sirvientes, perdón, a los escoltas de su papá a recorrer todo el barrio de Punta Gorda, movilizó además al jefe de sector de Playa Alegre y se buscó como apoyo —fuera de la logística del gobierno provincial— a un grupo de malas cabezas que vivían en El Barrio de Reina y les dijo:

—Les juro que si no encuentran a esa tipa, les voy a echar detrás a toda la PNR de Cienfuegos, para que desarticular toda esa red que ustedes tienen del juego de la Bolita… así que tienes dos opciones; o me apoyan o me apoyan.

Pues ya podrán imaginar el alboroto que se armó entre todas las jóvenes y no tan jóvenes del Barrio de Punta Gorda.

Chicas y mujeres se probaban el el elegante zapato, pero el zapato era único en su estilo y también la única talla que había llegado al Shoping de Cienfuegos. No había ni una a la que le sirviera el dichoso zapato.

Al cabo de unas semanas, los sirvientes, perdón siempre me confundo, los escoltas y tracatates del Primer secretario del PCC de la provincia de Cienfuegos llegaron a casa de La Setesienta, un chalet muy bonito, muy cerca de los caballitos que estaban en Playa Alegre, a la entrada de lo que todos conocían como La Laguna del Cura.

La Tía-Madrastra llamó a sus feas y horrorosas hijas para que probasen el zapato, pero evidentemente aquél estilizado zapato no cabía en sus gordos y maltratados pies.

Uno de los sirvientes, perdón otra vez, uno de los escoltas del Primer Secretario vio a La Setesienta, sentada y por razones obvias, en un rincón de la casa, y exclamó:

—Eh!, ¡Tú también tienes que probarte el zapato!

La madrastra dijo casi gritando:

—Oye tú, esa cochina ni fue a la fiesta. ¿Cómo creé tú que La Setesienta sea la chica que busca el hijo del Primer secretario?, ella es pobre, y además sus padres fueron de las escorias que abandonaron al país cuando lo de los balseros. Y esa niña que usted ve ahí es una gusana anticastrista, que siempre está hablando peste de nuestro comandante en jefe. Aquí las únicas que son militantes son mis hermosas hijas que son capaces de dar la vida si fuera necesario por defender a nuestra revolución.

El sir…, perdón el escolta, hizo caso omiso a los gritos de la Tía-Madrastra y fue a probarle el zapato… Cuál fue su sorpresa cuando La Setesienta se puso el zapato y le encajo a la perfección, todos los presentes se quedaron boquiabiertos.

—¡Oooh!, es ella! la futura esposa del hijo del primer secretario del PCC!

Inmediatamente la llevaron al Partido Provincial y a los pocos días se casó con el hijo del primer secretario.

Nunca más volvió con su Tía-Madrastra, y hasta los días de hoy vive felizmente casada con el hijo de aquel ex primer Secretario del PCC de Cienfuegos.

Y cuenta una mariposa, que volaba sobre la campiña francesa, que vio desde su rosal, guardados en un caja de cristal aquel zapato que sacó a La Setesienta de la pobreza total —como a todos los familiares de grandes dirigentes que han robado todo lo que le toca al pueblo, mientras este se muere de hambre y desolación.

COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SALIÓ POR UN CALLEJÓN DORADO Y EL TUYO, AÚN NO HA EMPEZADO.

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