viernes, 19 de abril de 2019

MEMORIAS DE UN CANALLA. Parte 2.



2
En un lugar de la Sierra Maestra.
Abril de 1958

…La noche se sentía fresca. Los grillos y algunos otros insectos característicos de la zona, armonizaban junto a nuestros pasos y hacían de nuestro andar algo más placentero.  El guía me ha venido describiendo todo con una perfecta exactitud. Era un territorio defendido por Huber. Tenía mucho interés de calar a fondo quien era este hombre en realidad. Celia me habla muy bien de él, pero en el fondo, no puedo explicar lo que me pasa... 
Llegamos muy cansados y después de los saludos me dirigí a donde me indicaron sería el bohío donde pasaría la noche. Celia me acompañó. Una vez a solas empezó a hablarme sin parar…
—Fidel, estoy muy orgullosa de ti. Sin dudas, el pueblo te ama. Estos hombres a los que comandas confían plenamente en ti. Eres la esperanza de todos estos ellos que ven en tus ideales un anhelo de vida. Estás en sus oraciones, en sus mañanas y en sus noches. Estás en toda la sierra, en sus cafetales, en las cosechas de maíz y frijol. Estás en el llano, en sus sembradíos, en cada puesta del sol. El pueblo habla en todas partes de ti. En un bar o junto al burro de un arriero. Estás en el rifle o pistola de cada campesino que hoy se ha convertido en soldado… Lo escribí anoche mientras te esperaba —dijo mientras cerraba su cuaderno.
—¿Crees que en realidad sientan todo eso por mí? —le pregunté—. No estarás exagerando por ese amor que sientes por mí y que ya no puedes ocultar. Hasta mi ayudante personal que casi tonto se ha dado cuenta.
—Pobre Renecito, lo tratas muy mal.
—Me saca de quicio Celia, es un estúpido.
—Sustitúyelo…  —me sugirió.
—No creo que haya otro que aguante lo que le digo y lo que le hago… déjalo ahí. Ya veré que hago más adelante cuando triunfemos y Batista se vaya de una vez —Hice una pausa y la miré fijamente a los ojos. Ella hizo lo mismo—. No me has contestado si en realidad crees que el pueblo me ame tanto como dices…
—Claro. Eso y más… Consulté a mis Orishas y me dijeron que te adoran. Además, no sé si sabías que los Orishas le dan a cada hombre una vida tan larga como la longitud que tenga el hilo más fino que se use para envolver su corazón. Y tú vas a vivir muchos años Fidel, porque tienes un corazón enorme Fidel.
—Ay Celia, tú y tus Orishas… Escuché que nada de eso existe. Ya déjate de tanto oscurantismo…
—¿Por qué crees que todo te está saliendo tan bien y al pie de la letra de cómo lo has planeado? Los Orishas te acompañan y te repito, tienes que creer en ellos Fidel…
—Celia, de verdad, por ahora no me interesan tus creencias en este momento. Las cosas están saliendo bien, porque están planeadas para que salgan bien. Detrás de toda esta lucha hay una mano muy poderosa, más fuerte que todos tus santos. Y lo verás. Muy pronto entraremos en Santiago. Y verás que no será gracias a ninguno de tus Orishas. Y recorreremos la isla entera hasta la Habana y seré el máximo líder, el único jefe, el comandante en jefe de todo un ejército, y me respetarán como a nadie se ha respetado en esta Isla. Por lo pronto, sigamos con este juego. Que todos se crean que esta lucha es real.
Celia no hizo caso a mi última frase y por el contrario soltó una bocanada de sus tantas adulaciones hacia mí. Era una pena que no la amara como ella decía amarme.
—Yo estaré siempre a tu lado para cuidarte y... —La interrumpí.
—Celia, llama a los muchachos porque quiero hablar con ellos antes de acostarme.
Nos reunimos en el pequeño portal del bohío. En total eran más de veinte. El último en llegar fue Huber. Me dirigí a todos para explicarles mis planes de cambiar la comandancia hacia La Plata. Al terminar, empecé mi ataque contra Huber que había perdonado a unos hombres, pasando por encima de mis órdenes. Debo reconocer que muy muy fuerte y ofensivo, pero tenía en mente dos objetivos: ver de qué calibre estaba hecho este guerrillero y demostrarle que el jefe era yo.
Creo que al final de mis palabras de reproche, el más sorprendido fui yo porque Huber no se quedó callado como lo hacían todos mis subordinados. Sin perder los estribos me contestó:
—Mire, comandante, yo he venido aquí a la Sierra a cumplir mis deberes de cubano y defender a la patria, pero quiero que sepa que ni de usted ni de nadie voy aceptar ni ofensas ni expresiones irrespetuosas. Y solo quiero que me diga… si esto va a ser siempre así, aquí tiene mi arma y me voy a sembrar Malanga para los rebeldes. Yo no estoy acostumbrado a que me insulten como suele hacer usted con sus oficiales —hizo una pausa como para evaluar mi reacción. Al ver que me quedé en silencio prosiguió sin perder la calma—. Aquí todos estamos por un mismo fin y creo que nos debemos respeto, porque solo así se mantienen las jerarquías.
Nadie en el tiempo que llevábamos en la Sierra me había contestado así. Iba a responderle, pero para mi sorpresa cuando Huber terminó su defensa, me dio la espalda y se marchó.
Les hice seña al resto de los hombres que ya podían retirarse y volví a quedarme a solas con Celia. Entramos al bohío y de inmediato me increpó.
—¿Por qué eres así con Huber? Es uno de nuestros mejores hombres.
—Ya mañana sabrá ese soquete quien soy… hay que tener muchos huevos para contestarme así delante de todos.
Celia tomó una pistola que acababa de poner sobre una mesa que estaba situada al centro del bohío y me pregunta:
—¿Fidel, ya has matado a alguien con esta pistola?
—Celia, ya te lo he dicho muchas veces que mi lucha revolucionaria es diferente. No somos asesinos. No vine a la Sierra a matar al pueblo de Cuba. Vinimos a esperar que Batista se vaya y tomar nosotros el poder para construir en nuestro país una verdadera democracia, sin dictaduras, sin totalitarismo, con todas las libertades… Créeme Celia seré el mejor presidente de la historia cubana.
—Sí. Estás hecho para eso. Lo puedo ver en tu ropa, tus gestos, tu manera de hablar y en tus ojos… pero esto es una guerra y tienes que cuidarte y tienes que estar resguardado... no lo olvides, esto es un guerra.
—Lo sé Celia, sé que esto es una guerra, pero también sé que ya queda menos. Pronto Cuba será libre de Batista.
—Por supuesto que será libre, pero no quiero que olvides que estamos en una guerra. Bajo fuego la gente no piensa en caras lindas. Viste como actuó Huber. Te contestó porque aunque apeló a su mente, los instintos son más fuertes —dijo Celia mientras se iba descorriendo su camisa verde olivo lentamente e iba dejando al descubierto uno de sus hombros para que los viera. Poco a poco quedó desnuda de la cintura para arriba —. Puedo imaginarlo… ¿Qué puede ser más excitante que sentir poder? ¿Qué puede ser más temible y excitante que sentir poder? —volvió a preguntarme mientras se descorría el pantalón y quedaba completamente desnuda.
—Ven, muéstrame cuan poderoso eres… muéstrame como un hombre puede hacer sentir a una mujer.
La contemplé por unos instantes quedando sin aliento ante tanta valentía de aquella mujer que para mí era solo una consejera espiritual. Me quité la chaqueta verde Olivo, luego la camisa, me senté en un taburete a desamarrarme las botas y por último me deshice del pantalón y salté sobre ella como un tigre se lanza sobre su presa. Celia me abrazó y de un salto se sentó sobre mis caderas al tiempo que me besaba apasionadamente. Sin pensarlo dos veces, la lancé sobre la cama de la habitación continua y con una mezcla de ternura y violencia nos fundimos en un momento de pasión del que muchos sospechaban que venía ocurriendo hacía mucho tiempo pero nadie se atrevía a preguntarme.
«Y aquí en la Sierra Maestra, en medio de las montañas, la oscuridad del poder guerrillero me muestra su oscuro poder desenfrenado y lo hace revoletear en las alas de un supuesto arcángel. Todo parece confabularse para que una gran variedad de posibilidades abran paso hacia una Cuba que parece en ruinas bajo el poder de una dictadura militar. Y sí, en Enero esa Cuba caerá y aullará con un grito de multitudes camino del despeñadero, donde él, su ángel salvador, mostrará benevolencia en su histriónica sonrisa y su demonio interior no les mostrará piedad». Así murmuraba Celia entre ayes y gemidos hasta soltar un estridente grito gutural que removió el bohío en medio de una Sierra que se  engalanó de lujuria.
—Eres un rufián —me susurró Celia con la respiración entrecortada.
—Solo soy un revolucionario al que has excitado y te ha hecho sexo con pasión.
—No fuiste nada tierno Fidel…
—Solo intenté hacerte feliz con los pocos medios de los que disponemos en este monte lejano e intricado bosque húmedo y sombrío.
—¿Esa será la forma en qué construyas a la nueva Cuba cuando tomes el poder?
—¿Por qué no? Me parece una manera perfecta. No se puede ser tierno con quienes gobiernas…
—¿Manera perfecta?
—Sí…, si al final se obtiene el mismo resultado ¿Qué importa la forma en que se haga?
—No entiendo…
—Celia, de la misma manera en que sin ser tierno has llegado a este maravillo orgasmo… —dije esbozando una sarcástica sonrisa.
—A lo mejor hubiese sido mayor de haber sido más tierno…
—Sí. Es posible.
—¿Uyyy!, creo que eres un poco engreído compañero revolucionario. Has seducido a una débil mujer, indefensa, delgada, sola... Esperas que de igual manera que todo un país te desee… y todas sus mujeres se rindan a tus pies
—No te seduje, te lanzaste sobre mí… y sí, eres una mujer débil, sola… eso es justamente lo que es un país, una débil mujer, indefensa… —Celia me interrumpió.
—¿Qué dices?
—Es fácil de entender Celia. Las masas tienen justamente una psicología femenina. Termina con a… Ma-sas… termina en «a» y por naturaleza las masas son pasivas. Ustedes las mujeres están hechas y concebidas para eso, para esperar que un hombre les de todo. Las masas son iguales, especialmente la cubana. ¿Cuánto tiempo lleva este país esperando un buen presidente? Y desde 1900 hasta hoy, hemos tenido nefastos presidentes que poco a poco han vendido a Cuba a los americanos. ¿Y las masas que han hecho? Nada, son como una mujer bien educada y sumisa. Nunca da por si sola el primer paso, pero cuando ven a un hombre galán, fuerte, hermoso…  se arrojan a sus brazos como lo has hecho tú ahora.
—Pero… ¿cómo puedes hablar así de las mujeres? ¿Y cómo puedes referirte así a un país al cual quieres hacer libre y feliz?
—Ni para las mujeres ni para mi país hablo con desprecio. Al contrario Celia, hay un claro entendimiento del material del cual están hecho las mujeres cubanas y las masas en Cuba. A ellas va todo mi amor y mi cariño.
—Deberías ver la cara que pones cuando hablas así. Eres un cabrón arrogante… Es desprecio lo único que estás transmitiendo. Debes tener mucho cuidado cuando lo hagas en público.
—Celia… Este pueblo que ha permitido que Batista haya estado dos veces en el poder y haya soportado su tiránica manera de gobernar merece todo el desprecio… Cuando llegué al poder sabrán lo que es bueno.
—¿Entonces por qué carajo estás aquí luchando por ese pueblo al que tanto desprecias?
—Porque así debe ser. Ahora quiero hacerles creer que los amo. Quiero ver a mi pueblo feliz y, que toda su gente pueda amar y ser amada, quiero ver a los niños crecer y que sean felices…, quiero ver a todas  las mujeres con una sonrisa como la que me mostraste hace un momento tras sentir ese orgasmo que te hice sentir. ¿Te imaginas Celia? Todo un pueblo vitoreándome, amándome, gritando Fidel, Fidel ¿Acaso tú no quieres lo mismo? Esa es mi intensión Celia.
—Pero si los tratas con violencia, dudo mucho que logres ese objetivo…
—Celia, ¿acaso no te he tratado con violencia y estás feliz?
—Si… —Me contestó mientras bajaba la cabeza.
—Y te sientes de maravilla aunque haya sido…
—Sí, me sentí como nunca…
—Así mismo se sentirá ese pueblo Celia… como si estuvieran en pleno orgasmo… les daré felicidad, educación gratis, salud gratis, bienestar social gratis, libros, escuelas. Los controlaré a todos, les restringiré todo, incluso la libertad, los oprimiré como si fuera su verdugo… y me amaran como tú lo estás haciendo ahora… No hay diferencias Celia. Masas, mujeres, pueblo, es lo mismo. Entre peor los trates, más miedo te tendrán y más te amarán.
Celia cerró los ojos y suspiró profundamente. Se dio cuenta que acababa de entregar su alma al diablo.


Dios también cerró sus ojos…
—No creo que hayas amado o sentido compasión alguna ni por Celia, ni por tu pueblo… —Exclamó Dios al tiempo que decía —: Tomemos un receso hasta mañana…

CONTINUARÁ...


3 comentarios:

  1. No hay dudas que Castro fue un gran discípulo de otros personajes arrogantes, prepotentes y tiranos que hicieron de la historia una vergüenza para los millones de seguidores que tuvieron, Castro se hizo eco de Maquiavelo, Troski, Lenin, Stalin, Primo de Rivera, Mussolini y hasta Hitler, incluso gran admirador de Alejandro, le hizo culto no a su capacidad como general, si no como un caudillo especialista en el chantaje y en vender sueños, fue un gran manipulador y mientras nos violaba sistemáticamente, nos obligó a amarlo, como se ama a un dios amargo, duro, castigador, pero a la vez el único capaz de salvarnos como pueblo, apostó, jugó y ganó, como premio se llevó nuestra dignidad, la cual arrastró muy por debajo de su ego y de su culto a la personalidad, Castro fue el perfecto narcisista para un pueblo crédulo, que durante sesenta años no ha encontrado el valor que si tuvieron nuestros próceres de la independencia. Gracias amigo por contribuir a desenmascarar un poco más al monstruo, gracias por hacerlo de una forma amena. Un abrazo.

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  2. Bombo, logras hacer una buena conexion entre un triangulo dificil de mantener en equilibrio: mujer, masa y pueblo.
    Creo que la descripcion entre Celia y Fidel, con sexo y orgasmo de por medio, hace entender el despotismo y trato que siempre tuvo por el pueblo, y cierto es, fue tan ideolizado como amado que hoy en dia todavia muchos defienden sus ides.
    Me gusto. Espero que "amanezca" para seguir leyendo.
    Un abrazo.

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  3. Pone luz a unos momentos decisivos, donde la convivencia de creencias, amor y pasión se hacen un nudo. Muy bien tramado, poniéndote en la piel de unos protagonistas que vemos hoy lejanos. Sesenta y un años atrás con tu mirada, un buen paseo por la historia

    Un abrazo y feliz sábado

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