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En un lugar de
la Sierra Maestra.
Abril de 1958
…La noche se sentía fresca. Los
grillos y algunos otros insectos característicos de la zona, armonizaban junto
a nuestros pasos y hacían de nuestro andar algo más placentero. El guía me ha venido describiendo todo con una
perfecta exactitud. Era un territorio defendido por Huber. Tenía mucho interés
de calar a fondo quien era este hombre en realidad. Celia me habla muy bien de
él, pero en el fondo, no puedo explicar lo que me pasa...
Llegamos muy
cansados y después de los saludos me dirigí a donde me indicaron sería el bohío
donde pasaría la noche. Celia me acompañó. Una vez a solas empezó a hablarme
sin parar…
—Fidel, estoy muy orgullosa de
ti. Sin dudas, el pueblo te ama. Estos hombres a los que comandas confían
plenamente en ti. Eres la esperanza de todos estos ellos que ven en tus ideales
un anhelo de vida. Estás en sus oraciones, en sus mañanas y en sus noches. Estás
en toda la sierra, en sus cafetales, en las cosechas de maíz y frijol. Estás en
el llano, en sus sembradíos, en cada puesta del sol. El pueblo habla en todas
partes de ti. En un bar o junto al burro de un arriero. Estás en el rifle o
pistola de cada campesino que hoy se ha convertido en soldado… Lo escribí
anoche mientras te esperaba —dijo mientras cerraba su cuaderno.
—¿Crees que en realidad sientan
todo eso por mí? —le pregunté—. No estarás exagerando por ese amor que sientes
por mí y que ya no puedes ocultar. Hasta mi ayudante personal que casi tonto se
ha dado cuenta.
—Pobre Renecito, lo tratas muy
mal.
—Me saca de quicio Celia, es un
estúpido.
—Sustitúyelo… —me sugirió.
—No creo que haya otro que
aguante lo que le digo y lo que le hago… déjalo ahí. Ya veré que hago más
adelante cuando triunfemos y Batista se vaya de una vez —Hice una pausa y la
miré fijamente a los ojos. Ella hizo lo mismo—. No me has contestado si en realidad
crees que el pueblo me ame tanto como dices…
—Claro. Eso y más… Consulté a mis
Orishas y me dijeron que te adoran. Además, no sé si sabías que los Orishas le
dan a cada hombre una vida tan larga como la longitud que tenga el hilo más
fino que se use para envolver su corazón. Y tú vas a vivir muchos años Fidel, porque
tienes un corazón enorme Fidel.
—Ay Celia, tú y tus Orishas… Escuché
que nada de eso existe. Ya déjate de tanto oscurantismo…
—¿Por qué crees que todo te está
saliendo tan bien y al pie de la letra de cómo lo has planeado? Los Orishas te
acompañan y te repito, tienes que creer en ellos Fidel…
—Celia, de verdad, por ahora no
me interesan tus creencias en este momento. Las cosas están saliendo bien,
porque están planeadas para que salgan bien. Detrás de toda esta lucha hay una
mano muy poderosa, más fuerte que todos tus santos. Y lo verás. Muy pronto
entraremos en Santiago. Y verás que no será gracias a ninguno de tus Orishas. Y
recorreremos la isla entera hasta la Habana y seré el máximo líder, el único
jefe, el comandante en jefe de todo un ejército, y me respetarán como a nadie
se ha respetado en esta Isla. Por lo pronto, sigamos con este juego. Que todos
se crean que esta lucha es real.
Celia no hizo caso a mi última
frase y por el contrario soltó una bocanada de sus tantas adulaciones hacia mí.
Era una pena que no la amara como ella decía amarme.
—Yo estaré siempre a tu lado para
cuidarte y... —La interrumpí.
—Celia, llama a los muchachos
porque quiero hablar con ellos antes de acostarme.
Nos reunimos en el pequeño portal
del bohío. En total eran más de veinte. El último en llegar fue Huber. Me
dirigí a todos para explicarles mis planes de cambiar la comandancia hacia La
Plata. Al terminar, empecé mi ataque contra Huber que había perdonado a unos
hombres, pasando por encima de mis órdenes. Debo reconocer que muy muy fuerte y
ofensivo, pero tenía en mente dos objetivos: ver de qué calibre estaba hecho
este guerrillero y demostrarle que el jefe era yo.
Creo que al final de mis palabras
de reproche, el más sorprendido fui yo porque Huber no se quedó callado como lo
hacían todos mis subordinados. Sin perder los estribos me contestó:
—Mire, comandante, yo he venido
aquí a la Sierra a cumplir mis deberes de cubano y defender a la patria, pero
quiero que sepa que ni de usted ni de nadie voy aceptar ni ofensas ni
expresiones irrespetuosas. Y solo quiero que me diga… si esto va a ser siempre
así, aquí tiene mi arma y me voy a sembrar Malanga para los rebeldes. Yo no
estoy acostumbrado a que me insulten como suele hacer usted con sus oficiales
—hizo una pausa como para evaluar mi reacción. Al ver que me quedé en silencio
prosiguió sin perder la calma—. Aquí todos estamos por un mismo fin y creo que
nos debemos respeto, porque solo así se mantienen las jerarquías.
Nadie en el tiempo que llevábamos
en la Sierra me había contestado así. Iba a responderle, pero para mi sorpresa
cuando Huber terminó su defensa, me dio la espalda y se marchó.
Les hice seña al resto de los
hombres que ya podían retirarse y volví a quedarme a solas con Celia. Entramos
al bohío y de inmediato me increpó.
—¿Por qué eres así con Huber? Es
uno de nuestros mejores hombres.
—Ya mañana sabrá ese soquete
quien soy… hay que tener muchos huevos para contestarme así delante de todos.
Celia tomó una pistola que acababa
de poner sobre una mesa que estaba situada al centro del bohío y me pregunta:
—¿Fidel, ya has matado a alguien
con esta pistola?
—Celia, ya te lo he dicho muchas
veces que mi lucha revolucionaria es diferente. No somos asesinos. No vine a la
Sierra a matar al pueblo de Cuba. Vinimos a esperar que Batista se vaya y tomar
nosotros el poder para construir en nuestro país una verdadera democracia, sin
dictaduras, sin totalitarismo, con todas las libertades… Créeme Celia seré el mejor
presidente de la historia cubana.
—Sí. Estás hecho para eso. Lo
puedo ver en tu ropa, tus gestos, tu manera de hablar y en tus ojos… pero esto
es una guerra y tienes que cuidarte y tienes que estar resguardado... no lo
olvides, esto es un guerra.
—Lo sé Celia, sé que esto es una
guerra, pero también sé que ya queda menos. Pronto Cuba será libre de Batista.
—Por supuesto que será libre,
pero no quiero que olvides que estamos en una guerra. Bajo fuego la gente no
piensa en caras lindas. Viste como actuó Huber. Te contestó porque aunque apeló
a su mente, los instintos son más fuertes —dijo Celia mientras se iba
descorriendo su camisa verde olivo lentamente e iba dejando al descubierto uno
de sus hombros para que los viera. Poco a poco quedó desnuda de la cintura para
arriba —. Puedo imaginarlo… ¿Qué puede ser más excitante que sentir poder? ¿Qué
puede ser más temible y excitante que sentir poder? —volvió a preguntarme
mientras se descorría el pantalón y quedaba completamente desnuda.
—Ven, muéstrame cuan poderoso
eres… muéstrame como un hombre puede hacer sentir a una mujer.
La contemplé por unos instantes
quedando sin aliento ante tanta valentía de aquella mujer que para mí era solo
una consejera espiritual. Me quité la chaqueta verde Olivo, luego la camisa, me
senté en un taburete a desamarrarme las botas y por último me deshice del
pantalón y salté sobre ella como un tigre se lanza sobre su presa. Celia me
abrazó y de un salto se sentó sobre mis caderas al tiempo que me besaba
apasionadamente. Sin pensarlo dos veces, la lancé sobre la cama de la
habitación continua y con una mezcla de ternura y violencia nos fundimos en un
momento de pasión del que muchos sospechaban que venía ocurriendo hacía mucho
tiempo pero nadie se atrevía a preguntarme.
«Y
aquí en la Sierra Maestra, en medio de las montañas, la oscuridad del poder guerrillero
me muestra su oscuro poder desenfrenado y lo hace revoletear en las alas de un
supuesto arcángel. Todo parece confabularse para que una gran variedad de posibilidades
abran paso hacia una Cuba que parece en ruinas bajo el poder de una dictadura
militar. Y sí, en Enero esa Cuba caerá y aullará con un grito de multitudes
camino del despeñadero, donde él, su ángel salvador, mostrará benevolencia en
su histriónica sonrisa y su demonio interior no les mostrará piedad». Así murmuraba
Celia entre ayes y gemidos hasta soltar un estridente grito gutural que removió
el bohío en medio de una Sierra que se
engalanó de lujuria.
—Eres un rufián —me susurró Celia
con la respiración entrecortada.
—Solo soy un revolucionario al
que has excitado y te ha hecho sexo con pasión.
—No fuiste nada tierno Fidel…
—Solo intenté hacerte feliz con
los pocos medios de los que disponemos en este monte lejano e intricado bosque húmedo
y sombrío.
—¿Esa será la forma en qué construyas
a la nueva Cuba cuando tomes el poder?
—¿Por qué no? Me parece una
manera perfecta. No se puede ser tierno con quienes gobiernas…
—¿Manera perfecta?
—Sí…, si al final se obtiene el
mismo resultado ¿Qué importa la forma en que se haga?
—No entiendo…
—Celia, de la misma manera en que
sin ser tierno has llegado a este maravillo orgasmo… —dije esbozando una
sarcástica sonrisa.
—A lo mejor hubiese sido mayor de
haber sido más tierno…
—Sí. Es posible.
—¿Uyyy!, creo que eres un poco
engreído compañero revolucionario. Has seducido a una débil mujer, indefensa,
delgada, sola... Esperas que de igual manera que todo un país te desee… y todas
sus mujeres se rindan a tus pies
—No te seduje, te lanzaste sobre
mí… y sí, eres una mujer débil, sola… eso es justamente lo que es un país, una
débil mujer, indefensa… —Celia me interrumpió.
—¿Qué dices?
—Es fácil de entender Celia. Las
masas tienen justamente una psicología femenina. Termina con a… Ma-sas… termina
en «a» y por naturaleza las masas son
pasivas. Ustedes las mujeres están hechas y concebidas para eso, para esperar
que un hombre les de todo. Las masas son iguales, especialmente la cubana.
¿Cuánto tiempo lleva este país esperando un buen presidente? Y desde 1900 hasta
hoy, hemos tenido nefastos presidentes que poco a poco han vendido a Cuba a los
americanos. ¿Y las masas que han hecho? Nada, son como una mujer bien educada y
sumisa. Nunca da por si sola el primer paso, pero cuando ven a un hombre galán,
fuerte, hermoso… se arrojan a sus brazos
como lo has hecho tú ahora.
—Pero… ¿cómo puedes hablar así de
las mujeres? ¿Y cómo puedes referirte así a un país al cual quieres hacer libre
y feliz?
—Ni para las mujeres ni para mi
país hablo con desprecio. Al contrario Celia, hay un claro entendimiento del
material del cual están hecho las mujeres cubanas y las masas en Cuba. A ellas
va todo mi amor y mi cariño.
—Deberías ver la cara que pones
cuando hablas así. Eres un cabrón arrogante… Es desprecio lo único que estás
transmitiendo. Debes tener mucho cuidado cuando lo hagas en público.
—Celia… Este pueblo que ha
permitido que Batista haya estado dos veces en el poder y haya soportado su
tiránica manera de gobernar merece todo el desprecio… Cuando llegué al poder sabrán
lo que es bueno.
—¿Entonces por qué carajo estás
aquí luchando por ese pueblo al que tanto desprecias?
—Porque así debe ser. Ahora
quiero hacerles creer que los amo. Quiero ver a mi pueblo feliz y, que toda su
gente pueda amar y ser amada, quiero ver a los niños crecer y que sean
felices…, quiero ver a todas las mujeres
con una sonrisa como la que me mostraste hace un momento tras sentir ese orgasmo
que te hice sentir. ¿Te imaginas Celia? Todo un pueblo vitoreándome, amándome,
gritando Fidel, Fidel ¿Acaso tú no quieres lo mismo? Esa es mi intensión Celia.
—Pero si los tratas con
violencia, dudo mucho que logres ese objetivo…
—Celia, ¿acaso no te he tratado
con violencia y estás feliz?
—Si… —Me contestó mientras bajaba
la cabeza.
—Y te sientes de maravilla aunque
haya sido…
—Sí, me sentí como nunca…
—Así mismo se sentirá ese pueblo
Celia… como si estuvieran en pleno orgasmo… les daré felicidad, educación
gratis, salud gratis, bienestar social gratis, libros, escuelas. Los controlaré
a todos, les restringiré todo, incluso la libertad, los oprimiré como si fuera
su verdugo… y me amaran como tú lo estás haciendo ahora… No hay diferencias
Celia. Masas, mujeres, pueblo, es lo mismo. Entre peor los trates, más miedo te
tendrán y más te amarán.
Celia cerró los ojos y suspiró
profundamente. Se dio cuenta que acababa de entregar su alma al diablo.
Dios también cerró sus ojos…
—No creo que hayas amado o
sentido compasión alguna ni por Celia, ni por tu pueblo… —Exclamó Dios al
tiempo que decía —: Tomemos un receso hasta mañana…
CONTINUARÁ...
No hay dudas que Castro fue un gran discípulo de otros personajes arrogantes, prepotentes y tiranos que hicieron de la historia una vergüenza para los millones de seguidores que tuvieron, Castro se hizo eco de Maquiavelo, Troski, Lenin, Stalin, Primo de Rivera, Mussolini y hasta Hitler, incluso gran admirador de Alejandro, le hizo culto no a su capacidad como general, si no como un caudillo especialista en el chantaje y en vender sueños, fue un gran manipulador y mientras nos violaba sistemáticamente, nos obligó a amarlo, como se ama a un dios amargo, duro, castigador, pero a la vez el único capaz de salvarnos como pueblo, apostó, jugó y ganó, como premio se llevó nuestra dignidad, la cual arrastró muy por debajo de su ego y de su culto a la personalidad, Castro fue el perfecto narcisista para un pueblo crédulo, que durante sesenta años no ha encontrado el valor que si tuvieron nuestros próceres de la independencia. Gracias amigo por contribuir a desenmascarar un poco más al monstruo, gracias por hacerlo de una forma amena. Un abrazo.
ResponderBorrarBombo, logras hacer una buena conexion entre un triangulo dificil de mantener en equilibrio: mujer, masa y pueblo.
ResponderBorrarCreo que la descripcion entre Celia y Fidel, con sexo y orgasmo de por medio, hace entender el despotismo y trato que siempre tuvo por el pueblo, y cierto es, fue tan ideolizado como amado que hoy en dia todavia muchos defienden sus ides.
Me gusto. Espero que "amanezca" para seguir leyendo.
Un abrazo.
Pone luz a unos momentos decisivos, donde la convivencia de creencias, amor y pasión se hacen un nudo. Muy bien tramado, poniéndote en la piel de unos protagonistas que vemos hoy lejanos. Sesenta y un años atrás con tu mirada, un buen paseo por la historia
ResponderBorrarUn abrazo y feliz sábado