FRAGMENTOS DE UNA CONVERSACIÓN ENTRE AMIGOS HABLANDO SOBRE EL HOMBRE NUEVO EN LA SEGUNDA PARTE DE EPITAFIO PARA UN SUEÑO.
—Ese es el tipo de
pensamientos que se inculcó a lo que Fidel Castro llamó el hombre nuevo; la
esperanza del futuro, los que darían continuidad a la revolución. Fue una
estrategia muy bien pensada en la que crecimos viviendo en la mentira. Todo
empezó desde el mismo primer día en que tomó el poder—dije haciendo alusión a
la carta que había Paulina en el disco.
—Lo primero que había
que hacer era trabajar con los niños y usar la escuela y al maestro como medio
de penetración—señaló Pepe—. Y para que la escuela funcionara había que empezar
por cambiar la historia y garantizar programas de estudios debidamente
estructurados para sembrar la semilla socialista desde edades muy tempranas y
que la influencia de los padres pasara a un segundo plano.
—Y qué mejor que crear
una organización que agrupara a los pequeñitos con un guía al frente de cada
grupo encargado de controlar y manipular a esos pequeñines—puntualizó Ana—, y es ahí que surge «La Unión de Pioneros de
Cuba». Al principio trataron de que se pareciera a los grupos de «boy scout»
con la finalidad de convertir a los niños en gente responsable, desarrollar el
carácter, y desarrollar la autosuficiencia a través de la participación en una
amplia gama de actividades, como acampadas, fogatas, excursiones… y así cultivar
en ellos la doctrina comunista.
—Claro, meterle a la
fuerza el amor a los héroes. No se me olvida que cada 28 de octubre los niños
debían desfilar hacia cualquier malecón o riachuelo a echarle una flor o una
corona de flores a Camilo Cienfuegos. Uno de los primero héroes revolucionarios
que había desaparecido en el mar cuando fue a meter preso a Huber Matos. Luego,
al paso de los años y después de la muerte del Ché Guevara en Bolivia, a los
niños había que prepararlos para que siguieran el ejemplo de Guerrillero
Heroico y entonces cada mañana en el acto cívico de izar la bandera en la
escuela un niño delante de todos gritaba «Pionero
por el Comunismo» y el resto respondía a coro, «Seremos como el Ché». De solo recordarlo me da una rabia
incontenible. Quien les dijo a esos cabrones que los niños querían ser como el
Ché—remató Ana en un tono que reflejaba su molestia.
—A esa edad no hay la
madurez necesaria para tener una ideología política definida, pero es la mejor
edad para que el niño empezara a absorber como esponja los mensajes
subliminales que enviaba el gobierno. Cambiaban la historia de Cuba desde la
óptica de la revolución y para eso había que crear un antes, un después y un
punto de partida—Pepe hizo una pausa para encender un cigarro y luego prosiguió—.
El 1ro de enero de 1959 fue el punto de referencia. Antes de esa fecha todo era
malo, nada servía, el país estaba oprimido y olvidado bajo los efectos del
gobierno asesino, corrupto, y brutal de Fulgencio Batista. Después del 1ro de
enero y la llegada de Fidel, todo era bueno, todo era justo y ese pueblo
olvidado pasó a ser el dueño de su destino. No existe mejor estrategia que
aquella en la que se repiten las mentiras y se comienza a fomentar el
enfrentamiento entre los niños y su familia. No debe haber existido un hogar en
Cuba por aquellos tiempos en que un niño escuchara al abuelo decir: Antes de la revolución había de todo y
el niño refutarle: Abuelo, pero no
teníamos ni salud ni educación gratis como ahora.
—Es cierto—interrumpió
Ana—. La escuela llegó a convertirse en la poseedora de la verdad absoluta y la
lógica era inculcar esa «verdad» a los niños y a los jóvenes.
— «Verdades» tales como:
que Martí era el autor intelectual del Moncada y el precursor del ideal de la
vinculación del estudio y el trabajo. Entonces apareció para los jóvenes el
trabajo voluntario, las escuelas al campo y por último, las escuelas en el
campo. Todo aquello que hiciera que la juventud estuviera menos tiempo en sus
casas y más tiempo embebido en consignas, propagandas, multitudes, lemas, y una
inyección continúa de ideología.
— O como que los que se
habían alzado en el Escambray en contra de la revolución eran unos asesinos que
mataban guajiros y vacas en el monte, sin escrúpulos y al servicio de la mafia
de Miami. O como que Girón fue la primera gran derrota del imperialismo en
América y que los mercenarios criminales que desembarcaron por bahía de
Cochinos bombardearon a gente inocente, pero que gracias a Fidel en menos de 72
horas fueron derrotados y después cambiados por compotas. O como que la Universidad
era para los revolucionarios y que los vagos y los homosexuales fueran a las
UMAP. O como que la religión era el opio de los pueblos y que un religioso en
Cuba era un contrarrevolucionario en potencia, porque desde la iglesia se hacía
contrarrevolución. O como que Posada Carriles era un terrorista asesino al
servicio del imperio. O como que los que
habían abandonado Cuba en el 80 eran escorias, y los que salieron en los años
90’s balseros alentados por esa criminal ley de ajuste cubano que enviaba al
pueblo a un suicidio seguro en alta mar—dije.
—Nunca al hombre nuevo
se le dijo, o escuchó en Cuba, en una noticia ni en radio ni en televisión «Verdades»
como que la revolución socialista era un engaño. O como que la zafra del 70 fue
un despilfarro económico. O que el Ché Guevara fue un asesino y que fusiló a
cientos de hombre en la prisión de La Cabaña. O que Huber Matos no fue un
traidor y quien traicionó al país y a la revolución fue el propio Fidel Castro.
O que fue el propio Raúl Castro fue quien asesinó al comandante Camilo
Cienfuegos. O que el famoso bloqueo económico de Estados Unidos hacia Cuba
siempre ha sido un engaño y un pretexto para fomentar el odio del pueblo cubano
hacía el pueblo americano—enumeró Pepe con las venas del cuello que se le querían
salir.
—Qué razón tienen—continuó
Ana—. Así se fue formando al hombre que Fidel había soñado. Primero pionero,
después joven comunista, y como colofón militante del Partido Comunista. Ese es
el hombre nuevo, que creció sin valores, sin amor propio, sin amor a la
familia, sin amor al prójimo. Un hombre nuevo repetidor de consignas y promotor
de una ideología fomentada en el odio y en la destrucción.
—Pero un día, ese
hombre nuevo creció, y se topó por alguna casualidad en su miserable vida con
que ese líder inmaculado y brillante se enriqueció de poder y de dinero,
mientras ellos seguían siendo miserables. Y se dio cuenta que ya tenía una
enfermedad terminal. Porque era un hombre nuevo pero sin alma—Señalé pensando
en los miles de socialista que podrían sentirse engañados.
—Un hombre nuevo que no
tenía nada, que no sabía trabajar, que no sabía producir, que no sabía ser más
que un socialista, sin otra cosa, más que ser el responsable de su propia
destrucción y con único sentimiento de joder a los demás—puntualizó Ana.
—Y ese hombre nuevo un
día llegó al exilio y se creyó que seguía viviendo en Cuba, y desde ahí siguió
amando a su revolución y amando a su líder y se dio cuenta también, que aunque
viviendo en el exilio, seguía siendo un miserable—terminé mientras me ponía de
pie y me dirigía al baño.
Qué familiares me han resultado esos argumentos. Yo recibí en mi niñez esas semillas, pero afortunadamente España cambió. Bien es cierto que en algunos lugares con otros dirigentes, pero con ideologías parecidas.
ResponderBorrarUn abrazo.
Así es Chema, pero en mi Cuba llevamos 59 años y siguen haciendolo.
BorrarUn abrazo
Carlos
El ideario metido entre biberones. Es un apena que dirigentes, sean de donde sean o color político pretendan inculcar en las mentes infantiles los idearios.
ResponderBorrarAquí ahora, en Cataluña se cuestiona hasta qué punto la autonomía total en Educación, ha intervenido en la elevación de catalanes que desean ser un país independiente de España. Un abrazo
Como suero, como alimento directo al KOKO.
BorrarGracias amiga por pasar siempre.
Abrazos
Carlos
Comencé a ir al colegio en dictadura, y me decían todas esas mentiras, con la gran diferencia que la verdadera maestra , mi madre, me decía en mi casa todas las verdades, cosa que la mayoría de los padres no hacían, porque o bien estaban con los Castro o tenían miedo de educar a sus hijos y decirle la verdad. Quienes fueron mas malos, la dictadura que mentía o los padres que callaron la verdad, para mi siempre serán los padres, que supuestamente son los que quieren a sus hijos , a la dictadura nunca le ha interesado el pueblo, si no su propio beneficio.
ResponderBorrarClara Hernández
Hola Clara.
BorrarCreo que a todos nos pasó igual... Mi abuelo me decia...¡sabes quien mató a Camilo? ... Raúl Castro...
Un saludos afectuoso y gracias por pasar.