Monólogo de
Pepe el Salao: Acto I. (Si Hamlet hubiera nacido en Cuba y Shakespeare viviera
en el exilio)
Ser o no
ser, he aquí la cosa.
¿Qué es más
elevado para el espíritu, sufrir los palos y arpones de esta insultante
dictadura o tomar de una vez las armas en contra ese charco de calamidades y dar
la cara para acabar con ellas? Morir..., morir por la patria es vivir; qué coño
es eso. Si muero para que quiero patria ¡Y pensar que ni con soñar podemos dar
fin a tanta angustia y a las miles de carencia naturales como por ejemplo, la
falta de la carne! ¿Carne? He dicho carne… oh aquí no hay carne… ¡He aquí un
término devotamente apetecible! ¡Morir... dormir, tal vez soñar que comemos! Morir
con el estómago vacío ¡Si, ahí está el obstáculo! Pues es forzoso que nos
detenga el considerar qué sueños tan simples, no pueden sobrevivir en una isla
donde la muerte es el único escenario, y lo peor, que cuando nos hayamos
liberado del torbellino de esa dictadura, a lo mejor ya estemos muertos.
¡Esta es mi
pregunta ¿qué da tan larga vida a este infortunio? Pues ¿Quién soportaría: los
ultrajes y desdenes del castrismo, los agravios del dictador y su familia, las
afrentas del soberbio, los tormentos del amor en tiempos especiales, la
indiferencia del Papa, las insolencias del poder y los desdenes que el paciente
mérito recibe de ese hombre indigno, cuando uno mismo podría procurar su reposo
con un simple perfilo cortante? No existen otros. Solo nosotros los cubanos
soportamos tales ultrajes. ¿Quién querría llevar tales cargas? Como gemir y
sudar cuando haces el amor en medio de un apagón, limpiarte sin papel y comer
sin comida. ¿Será el miedo? miedo a algo tras la muerte, o al incognoscible
calabozo de Villa Marista, umbral de los que pocos viajeros regresan. ¿Es miedo
el que desconcierta nuestra voluntad y nos hace soportar los males que nos
afligen, antes de lanzarnos al exilio? Así la conciencia nos vuelve cobardes a
todos y así el primitivo matiz de la revolución desmaya al pálido tinte del
pensamiento, y las ansias de libertad. Por esa consideración, tuercen su curso
y nos hace seguir siendo esclavos.
Oh ninfa
mía… deja ya de jinetear y agarremos una balsa para irnos pal carajo.
Ya lo hemos comentado más de una vez Carlos. Las dictaduras partan de donde partan había o hay que extirparlas.
ResponderBorrarAbrazo Carlos Alberto.
el problema es que cada vez más los pueblos buscan la izquierda... no entiendo amigo...
Borrarun abrazo
Cada vez que oigo la palabra Patria huyo en dirección contraria.
ResponderBorrarasí es... esa patria que nos inculcan
Borrarsaludos.
Qué buena última frase. A pesar de los pesares, con el sentido del humor no terminan ni los dictadores.
ResponderBorrarUn abrazo.
y creo que la gente ya se ha vuelto adicta
Borrarsaludos
No había leído esta entrada. Un monólogo interesante. Esa contundencia del final es e´pica. Vámonos pal carajo. Un resumen del sentir de mucha gente, imagino
ResponderBorrarUn abrazo y feliz año nuevo