Un poco contrariado Raúl se puso de pie y se
dirigió a la ventana del bunker. Contemplaba el exterior con cierto aire de desconsuelo.
Su vista se perdía entre las grises nubes que desde temprano cubrían el cielo
de Miami. No pudo discernir si estaban grises por alguna causa climática o por
su estado de ánimo. Sentía un profundo pesar por ver en que se había convertido
ese místico espacio en el que cada mañana disfrutaba saludar a sus amigos,
compartir un pensamiento, una opinión, una de sus obras o simplemente invertir
los primeros quince minutos de la mañana en curiosear que estaba pasando a su
alrededor.
«¿A dónde
iremos a parar?» se preguntaba mientras se dirigía a unos de
los anaqueles en que guardaba varios bastidores de lienzo de 1.20 metros de
ancho por 0.60 metros de alto. Tomó uno y lo puso en el caballete. «Todo debe ser en tonos grises y negro»
pensó mientras escogía los tubos de colores que utilizaría. Seleccionó varios
pinceles de diferente grosor y comenzó a mezclar sobre la paleta los dos
colores que utilizaría para obtener las tonalidades del gris que quería plasmar
en su pintura.
Se paró frente al caballete e imaginó en lo que
quería convertir a aquel lienzo blanco que tenía frente a sí. Poco a poco las
ideas iban brotando de su mente un tanto convulsionada.
—A la izquierda concentraría a los hombres que
solo tendrán un solo brazo; el izquierdo, un solo ojo; el izquierdo, y la mitad
del cerebro; el hemisferio izquierdo. Estos hombres estarían mirando todos
hacia la izquierda —dijo entre dientes.
—A la derecha concentraría a los hombre que
solo tendrán un solo brazo; el derecho, un solo ojo; el derecho, y la mitad del
cerebro; el hemisferio derecho. Estos hombres estarían mirando todos hacia la derecha
—se dijo en voz alta mientras empezaba a pintar.
Y así la idea se fue visualizando el lienzo. Los
extremos de dos polos que mostraban rostros irreconciliables. Entre ellos se
intercalaban espacios en blanco que después serian llenados. Todavía no sabía a
ciencia cierta en que los ocuparía, pero estaba seguro que vendría ese rayo de
lucidez, tal vez en el mismo tono de grises o quizás en algún tono menos
dramático.
El cuadro empezaba a tomar forma y mientras más
dibujaba más se parecía a un recipiente completamente cerrado que contenía moléculas
atraídas hacía los extremos por una fuerza externa dominante que imprimía inmovilidad
y cautiverio. Un escenario en contra de la segunda ley de la termodinámica.
«Las
personas en este cuadro tienden a una disminución entrópica cuando lo natural es
todo lo contrario» pensaba mientras terminaba de contornear al último
hombre del lado derecho.
«Necesito
moverme en el sentido natural de los procesos» gritó mientras volvía al
anaquel donde guardaba las pinturas. Seleccionó los tres colores primarios,
rojo, azul, verde y los fue vertiendo sobre la paleta.
«Ahora,
rellenaré los espacios vacíos con hombres que tienen dos brazos, dos ojos y el
cerebro completo, que será de color amarillo como si fuera un foco que ilumina
inteligencia. Los que tengan pensamientos de izquierda les dibujaré el brazo
izquierdo de rojo y a los de derecha les dibujaré el brazo derecho de azul. Estos
miraran en todas las direcciones simulando un movimiento caótico natural,
mostrando que las personas inteligentes, sean de la corriente ideológica que
sean pueden convivir en armonía. Mostrando que se pueden respetar los unos a
los otros y respetarse a sí mismo». Murmuraba
entre dientes mientras se dirigía al caballete.
Raúl se paró frente al cuadro a imaginar su
idea.
«¡Genial!»
exclamó mientras su mano derecha pensante, empezaba a convertir en realidad sus
sueños; romper lo inamovible de las corrientes ideológicas predominantes.
Volver a lo entrópico de la política y de la vida.
Dos horas más tardes el cuadro estaba
completamente terminado. «Ahora solo
falta el título» pensaba mientras se sentaba en su computadora, abría su muro
de facebook y escribía: «Si usted piensa
que Donald Trump es un hijoeputa porque es usted un hombre de izquierda, le
informo que usted puede seguir siendo mi amigo, incluso me puede saludar y
hasta podemos tener una inteligente conversación. Podemos salir a tomarnos unos
tragos (Si usted paga, por supuesto) y si necesita mi ayuda y está en mis
posibilidades cuente con ella. Yo pensaba lo mismo de Obama, por ser yo un
hombre de derecha, y nunca lo elimine de
mis amigos del Facebook»
Cerró su muro, se puso de pie y caminó
lentamente hacia su bella Isabella quien contemplaba atónita el cuadro recién terminado.
—Le llamaré Entropía Ideológica —le dijo
mientras la abrazaba.
Muy interesante ese pintor. Lo de comparar a Trump con Obama, sólo puede pasarle por la cabeza a un pintor, sin duda. Lo de facebook creo que está sobrevalorado, pero es una opinión. Sólo Isabela conoce la realidad.
ResponderBorrarUn abrazo
jajaja es solo un relato
Borrarun abrazo
Carlos
Muy buen relato Carlos Alberto, y te felicito. Pues fíjate como ha salido a la luz el tema de Omaba y Trump; este último no cabe la menor duda, que parece que se le vaya la pinza, por las cosas que dice. Pero muchos ignoran que el morenito Obama, ha sido el presidente de toda la historia de los Estados Unidos, que a la chita callando más guerras ha creado.
ResponderBorrarAbrazo Carlos.
y más latinos indocumentados deportó... y si seguimos la lista pasará a la historia como el que más hizo en todo lo malo jajajaj
Borrarun abrazo
carlos