RECUERDO
1
Un Viaje largo
a los 17 años.
Hay recuerdos recurrentes que
nunca he logrado vencer, sobre todo cuando ando en carretera en mi sofisticado Volvo
de 18 ruedas viajando de un estado a otro de la gran unión americana y veo
delante de mí una larga línea de concreto recubierta de una capa asfáltica excelentemente
señalizada que garantiza la seguridad de mi viaje. Incluso ahora, que ya no doy
viajes tan largos, desde mi Van Transit 250 hay momentos en los que debo
detenerme, estacionarme a una orilla de la carretera y respirar profundamente para
intentar oxigenar mi cerebro y borrar algunos pensamiento pensamientos. Esos
que recurrentemente vienen a probarme y me ponen a las puertas de un ataque de pánico.
Inevitablemente hay momentos en los que no puedo contralarme y es necesario
asistir a mi terapia obligada. Buscar el campo de tiro más cercano, al aíre
libre, tomar la Barrett calibre 50 y disparar 30 o 40 municiones.
Sin dudas, no he vuelto a ser el
mismo a pesar de los años que me separan de aquellos sucesos y estoy seguro de
que jamás podré ser el mismo.
¿Cómo borrar estos recuerdos?
¿Cómo olvidarme de aquello que nos hicieron cuando apenas era un adolescentes?
¿Cómo volver a ser aquel hombre que fui? ¿Aquel adolescente irreverente?
¿Aquel joven que saltó etapas y de repente se vio solo en un campo de batalla? Sin
padres, sin amores, sin amigos, sin saber ni tan siquiera donde estaba.
Estas preguntas me las hago todos
los días sin encontrar respuestas. Y sobre todo practicar a diario esa horrible
costumbre de revisar el pasado por insignificante que hubiera sido y si así era
con lo menos importante, ¡cómo olvidar lo que en realidad nubla mi mente!
Mi mente se abstrae mientras
conduzco. Es una especie de película que empieza a proyectarse y es cuando
aparece lo que fue e imaginando lo que hubiese sido de no haber aceptado subirme
a aquel avión. Desmenuzo cada segundo vivido tratando de encontrar el justo
momento en que me había subido al camino equivocado y entonces surgían otras
preguntas ¿Habrá valido la pena?
Cierro los ojos y mi mente vuela
en el tiempo… y me veo subiendo a aquel avión, con apenas 17 años, sin saber a
dónde iba y a qué iba. Sin imaginarme siquiera si aquello era solo un viaje de
ida o si algún día mandasen mis cenizas mezcladas con las de miles que subieron
como yo a aquel avión. O ver a muchos padres como vi, preguntarme por sus hijos
y no poderles decir como vi su cuerpo destrozado en pedazos para no aumentar su
dolor. Por suerte pude regresar con los míos, pero vivir la pesadilla de aquel
diabólico plan ideado por una mente desquiciada que solo buscaba engrandecer su
ego y sus incontenibles manías de grandeza.
Yo fui uno de esos jóvenes con
apenas 17 años que subieron en un avión sin saber a dónde íbamos. Fui de los
primeros. De cuando Fidel todavía no anunciaba al pueblo que había cubanos
combatiendo en Angola y en Etiopia. Hoy vengo a contar mi historia. Esta triste
historia que puede haberme convertido en un hombre que sufre de ciertos Trastornos
Obsesivos compulsivos ocasionado por la guerra. Hoy de vez en cuando tengo que
detener mi Van y Tomar mi tomar la Barrett calibre 50 y disparar 30 o 40 municiones.
CONTINUA…
Muy triste. Una realidad que seguís reviviendo.
ResponderBorrarUn abrazo
gracias amiga...
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