Fotograma del documental: Soldados cubanos en Angola. |
Caminaba lentamente envuelto en mis miedos. Era
una noche del mes de noviembre de 1975. Comenzaba La Operación Carlota y con
ello el traslado del primer contingente de tropas cubanas a Angola. Ahí empezó
mi calvario. ¿Quién no tuvo miedo en esa guerra? Me pregunto una y otra vez. Debe
ser normal porque el miedo suele ser una emoción excitada por la proximidad de
un peligro, que para nosotros era real y no imaginario. Sentir como te silbaban
las balas, a menos de un centímetro de tu oreja, caminar esquivando aquellas minas
que podías ver o imaginar, evitando caer prisionero de aquellos enemigos que ni
tan siquiera conocíamos. Todo se confabulaba para que ahí estuviera ese
instinto común de todos los seres humano del que nadie está completamente libre
y que aparece en formas tan diversas que van desde la simple timidez hasta el
pánico desatado, pasando por la alarma, el miedo y el terror. Había que
disimularlo y muy bien. Y esa era mi forma de vencerlo para que mi compañero del MPLA no
cayera en pánico, aunque yo me estuviera cagando por dentro. Respiras profundo,
caminas, corres, te haces dueño de una posición que te libere de la muerte.
Disparas a no sabes dónde y piensas que frente a ti hay un enemigo que también siente
lo mismo. Cargas la AK, acaricias las granadas, vuelves a disparar y avanzas. A
una señal, él me sigue y escucho lo que no quería escuchar. Una bala penetra en
su abdomen al mismo tiempo que una mina terrestre destruye sus dos piernas. No
lo puedo dejar. Regreso y siento que el dolor lo aniquila. A mí también. Sus
ojos me imploran algo, un sálvame y no me
dejes aquí o un termina pronto con esto. Me hinco de rodillas y me olvido
del silbido de las balas que armonizan el entorno. Su mirada se clava en mis
ojos. Balbuceo… amigo… y un grito desgarrador inunda su garganta. El dolor que
siente me conmueve. Respiro profundo y empiezo a hablar lentamente. Solo él me
escuchaba: Amigo, hay dos tipos de dolor.
El primero, es ese dolor que nos hace fuerte y el segundo es aquel que solo nos
hace sufrir. Este último es un dolor inútil que solo es aceptado por aquellos
que tienen paciencia para las cosas inútiles. Yo no puedo aceptarlo y estoy
seguro que tú tampoco puedes. Son momentos en los que se requiere de valor para
hacer lo desagradable. Lo que es justo y necesario. Y sin pensarlo dos veces
le apunto al centro de su frente y disparo mi arma. No sentí miedo y nunca más lo
he vuelto a sentir…
Aunque confieso que hoy, 35 años después, el dolor me mata y cuando en
las noches cierro los ojos tratando de conciliar el sueño, aún veo aquel rostro
de aquel amigo angolano del MPLA que me imploraba algo; un sálvame y no me
dejes aquí o un termina pronto con esto. ¿Será esto que siento un dolor inútil?
Todavía no encuentro las respuestas. Solo sé que más fuerte no me ha hecho.
Este relato (de ficción) lo dedico a un estudiante que tuve hace muchos años en Cuba. A los 19 años, fue reclutado para ir a la guerra de Angola. Allí perdió su corta vida como decenas de miles de cubanos que entre el miedo y el dolor, cayeron en combate.
Gracias a todo por sus comentarios al post anterior. Era algo necesario publicar en el mes de amor y la amistad.
ResponderBorrarHoy les dejo este relato (de ficción) lo dedico a un estudiante que tuve hace muchos años en Cuba. A los 19 años, fue reclutado para ir a la guerra de Angola. Allí perdió su corta vida como decenas de miles de cubanos que entre el miedo y el dolor, cayeron en combate.
Abrazos a todos
Carlos
Verdaderamente terrible, tantos que murieron por nada, sin saber porqué :(
ResponderBorrarSalud
Eso es lo peor del caso
Borrarsaludos
carlos
Luego se ponen las medallas los que se han quedado en la retaguardia dirigiendo los pasos de "sus" hombres a la muerte.
ResponderBorrarImpresionante y muy bien escrito.
Un abrazo.
De esas historias debe haber muchas... cuantos cayeron, cuantos dejaron en el campo de batalla y total. Ni Angola agradeció tanta sangre.
BorrarUn gran abrazo
Carlos
Dolorosamente muy buen texto. Guerras y guerras y los jóvenes dejan su vida como algo que no vale. Es igual a la guerra de Malvinas. Cuánto dolor de muchachos, cuanta muerte en seres que ni habían comenzado a vivir y la estupidez humana los quitó de su juventud por capricho de unos pocos.
ResponderBorrar(perdón me fui del tema)
mariarosa
Así es Maria Rosa. en cuba se derramó Tambien muchas lagrimas. Todo por un loco sin sentido.
BorrarSaludos
Carlos
Mi padre era militar y estuvo en la Segunda Guerra Mundial, nunca pudo hablar de ese tema. Odio las guerras desde el fondo de mis entrañas, sólo sirven para desgarrar familias, mutilar cuerpos y almas, destruir ciudades. ¿Logran cambiar algo? No lo sé... igual que tu personaje, certeramente dibujado, en el que persiste ese dolor que no lo ha hecho más fuerte.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo.
No cambian nada más que sus vidas que dejan de ser normales. Luego viene ese trauma post guerra que es mucho peor.
BorrarAbrazos
carlos
Hombre, las guerras si cambian las cosas, no hubiera sido el mismo mundo de ganar Hitler la guerra, por ejemplo, evidentemente los que luchan en las guerras se llevan la peor parte, al respecto siempre me acuerdo de los millones de crios que sufrieron como perros durante años en las trincheras de la primera guerra mundial, guerra esa que si que fue y resultó inútil e incomprensible, estúpida a más no poder.
ResponderBorrarEn cuanto al relato pues ese "sálvame o acaba conmigo" es una de las peores decisiones que se le pueden presentar a uno, sobre todo cuando no hay más opción que elegir lo segundo, tremendo.
Abrazos.
Si claro, las guerra cambian las cosas pero tambien puede cambiar a los hombres. Tuve amigos que despues de esta guerra de angola, nunca más fueron los mismos.
Borrargracias amigo.
Carlos
No entiendo las guerras,. Ninguna. Pienso que no sirven para nada, y que lo único que demuestran es que aún no somos seres inteligentes.
ResponderBorrarAlgun provecho sacan los que la provocan, y al final los pueblos son los que se joden y a empezar de nuevo.
BorrarSaludos
Carlos
Yo no estuve en Angola, si en Nicaragua como cooperante de sanidad. En mi primera etapa del blog L´HORT DEL POU, describo lo que viví, no todo. El relato se trunco por la muerte de mi único hijo.
ResponderBorrarSe como se vive entre el dolor y el miedo.
Y también se como se vive en un espacio de nadie, suspendida entre el cielo y la tierra. Hay veces que bajo y piso suelo firme, otras que me elevo para divisar todo desde arriba y otras que vivo en la nada.
En Nicaragua, en una incursión de la contra, me tuve que ir a una cuneta porque se me revolvieron las tripas, estaba aterida de miedo , de frío, de desolación.
Ya no tengo miedo a nada. Dolor si, sonrío a la vida cuando puedo y cuando puedo lloro, vivo el momento presente con toda la intensidad que puedo y navego por el mar de mis emociones acogiéndolas con amorosa compasión.
Mi experiencia me dice que el sufrimiento es innecesario, estéril, inútil, sin embargo el dolor forma parte de la vida, como el gozo o la alegría y si te hace mas fuerte, mas sensible, mas buena gente, mas empático, mas creativo. La resilencia da una mirada especial a los que la vivimos.
Disculpa mi extensión, me tocó fuerte el tema.
Un fuerte abrazo
La madre de mis hijas tambien estuvo en Nicaragua en una misión diplomática. Según me contaba era vivir en un miedo total. que al prender el coche tuvieras una bomba y explotaras en pedazos.
BorrarCreo entenderte perfectamente.
No te preocupes, al contrario, el extenderte nos informas a todos.
Y como dices: La resilencia da una mirada especial a los que la vivimos.
saludos
carlos
Las guerras son algo horrible que no deja nada bueno y, si encima te llevan a pelear sin que tengas ni siquiera derecho a elegir, son mucho peores. Un besote.
ResponderBorrarEn Cuba llegaban y te decian: Angola o pierdes el trabajo... Imaginate que opciones tenías... conozco muchos que dijeron que no y los ficharon de por vida.
BorrarEs una vil costumbre CASTRISTA: Si no piensas como yo, estás en mi contra.
saludos
carlos
Tengo un conocido que estuvo allí. En la parte noble. Dando cursos de capacitación política.Aprendió ruso. Le fue bien. Le sigue yendo bien. A los mismos siempre les va bien.
ResponderBorrarBesazo
sí, lo entiendo. El General cubano que dirigió la guerra en Angola (ARNALDO OCHOA) Poco despues fue fusilado porque comerciaba con marfiles y droga, mientras muchos en el frente de batalla perdían la vida o quedaban desquiciados.
BorrarSaludos
Carlos
Qué experiencia tan dura la de la guerra que embrutece a los humanos y qué decir de tener que tomar decisión semejante. Aún sabiendo que hizo lo que tenía que hacer en el momento, esa escena lo acompañará de por vida.
ResponderBorrarSaludos Carlos
Un saludo
Estoy seguro de eso... cierras los ojos y ves cuando disparas, todos los días.
Borrarsaludos
Carlos
Las guerras son terribles...
ResponderBorrarNarras muy bien, se siente uno en ese campo de minas...
Muchos besos.
Terribles y nefastas
BorrarSaludos Misterio.
Carlos
Durísimo el relato, pero me pareció maravilloso, me metió dentro desde el primer momento, lo he vivido.
ResponderBorrarNo hay nada peor que las guerras, son algo que me moriré sin comprender...
Un beso Carlos
Muchas ambicione hay detrás de un guerra...
BorrarIntereses que matan a inocentes
Saludos
Carlos
No hay guerra justa. Ni dolor tan cruel que ese que nos arranca el corazón de una dentellada, por intereses económicos.
ResponderBorrarMe vestí de sombra, por leer hasta el final. Tras ponerme una pomada de indiferencia que me hiciera impermeable, acabé por leer. Me ha gustado cómo nos llevas de la mano por la nararración de un sinsentido, dolorososo, absurdo, y de un gris marengo que me dejó helada.
Un cordial saludo.
Gracias Albada2
BorrarEs importante saber que un relato llega a tocar fibras
Saludos
Carlos
Ahora, con los atentados de Barcelona, comprendo aún menos eso de matar y de morir de manera absurda. Una pena que no mueran quienes promueven o financian las guerras. Y no hay ninguna santa.
BorrarUn saludo de nuevo mi bloguero amigo
Que terribles las guerras, cuanta desolación, pánico e impotencia ante lo irreversible.
ResponderBorrarEs un crudo relato de una verdad aterradora que no debería existir y si embargo a cada poco se recrudece.
Deberían probar esa medicina de la guerra quienes las proponen y envían a otros a luchar...
Besos.
Así es Marinel.
BorrarPos más que una medicina debe inventarse un aparato para lavarles el coco.
Saludos
CArlos
Que te persiga ese rostro hasta el fin de tus días, eso es dolor. Buen relato Carlos, desgarrador.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Aurora.
Borrarsaludos
Muy agradecido
CArlos
Lo peor es que esto seguro que le ha pasado a alguien. Me ponen los pelos de punta estas cosas. Por eso no soporto ver Titanic, porque sé que esa gente que se ahogaba existió de verdad. Biquiños!
ResponderBorrarSi claro... este relato tiene tintes de ficción, pero hay realidades implícitas.
BorrarSaludos
CArlos
Tu relato no tiene contemplaciones con la guerra. Nadie en el mundo debería tener contemplaciones con la guerra. Lo único que hay que hacer con la guerra es aniquilarla para siempre jamás sin ninguna piedad.
ResponderBorrarUn abrazo carlos.
Estoy de acuerdo contigo.
BorrarAbrazos Ximo y muchas gracias por pasar y dejar tu huella
Carlos
Si claro... este relato tiene tintes de ficción, pero hay realidades implícitas.
ResponderBorrarSaludos
CArlos
Excelente relato Carlos, y que ascos de guerras, y pobre del chico este que cuentas que con tan sólo diecinueve años fue a dejarse la vida al quinto coño de su país. Pero por desgracia mientras el mundo exista, él hombre seguirá matando y haciendo guerras.
ResponderBorrarUn abrazo.
Justamente ahora acababa de poner en tu blog que hacia tiempo no sabia de ti.
BorrarTelepatía
Abrazos
Carlos
gracias por el comentario.
Gracias Carlos por tú interés, pero sí, he estado unos días inactivo, algo extraño en mi, pero todo marcha bien. Bueno los fines de semana y fiestas, nunca publico ni aparezco por ningún lado, y el motivo es que curro. Ya ves, soy más raro que nadie, jajaja.
ResponderBorrarFuerte abrazo Carlos.
El relato es muy bueno.
ResponderBorrarHiela la sangre.
Me has hecho pensar en todo ese miedo, en el dolor de las familias que ven marchar a sus hijos, en la locura de los dictadores, en la maldad humana perpetua...
Saludos.
Gracias Toro
Borrarun abrazo
carlos
Maravilloso
ResponderBorrarbueno
me gusta como escribes
bienvenida de nuevo Recomenzar
Borrarsaludos
carlos
Estrujante relato, no agrego mas.
ResponderBorrarSaludos
Gracias Bienquerida
Borrarsaludos
carlos
Genial tu relato y sobre todo es un homenaje a esas personas anónimas que perdieron su vida sin saber hacia donde caminaba.
ResponderBorrarun abrazo
fus
Mi estimado, cuando tenga un poco de tiempo paso por tu casa
BorrarGracias por estar siempre
carlos.
Muchas veces me he preguntado qué se la perdido a un cubano en Angola, aunque si se piensa un poco se puede admitir fácilmente que a nadie se nos ha perdido nada en ningún sitio. A ninguna persona, a ningún país.
ResponderBorrarSaludos Carlos
Creo que la gran mayoría de los cubanos que fueron enviados a la fuerza se preguntan lo mismo.
BorrarSaludos
Carlos
De las decisiones más arbitrarias y absurdas de ...., con que se perdió mucho y no se ganó nada más que resentimiento e incomprensión de su pueblo.
ResponderBorrarBesos.
Esa es una de las cosas que aun no alcanzo a entender.
BorrarSaludos
Carlos
Te leo y me transporto... jamás he estado en una guerra pero no por eso soy "inútil" para transpirar ese sudor frío que has descrito con tanta pureza. Ningún dolor semejante nos hace fuerte, solo cuando estamos al borde del acantilado, sabemos de los que somos capaces, sobrevivir es una proeza.
ResponderBorrarNadie califica para juzgar a nadie ¡Que duro! ¿Sabes? En mi blog tengo una reflexión sobre un amigo que estuvo en Vietnam.
La guerra, es es lado más obscuro y lacerante de las miserias humanas. Solidaria contigo. Saludos SC (Luna)
Coincido al 100% contigo. Gracias por pasar y bienvenida.
BorrarSaludos
Carlos